--¿Cómo evoluciona la cifra de feligreses en la basílica de Santa Eulalia?

--Bien, porque es una parroquia de solera religiosa, pero los años hacen que se quede un poco abandonada y se necesitaba un revulsivo y es fue mi labor al principio. Poner en marcha cosas, como las obras de restauración del edificio, el centro parroquial, poner en marcha muchas cosas que no estaban hechas, por la edad del sacerdote anterior. Activar lo que hoy hay y tratar de empujar hacia delante permanentemente, con sentido creativo y con ilusión que, aunque sea una pedantería, no he perdido todavía.

--De las actividades actuales, ¿cuáles destaca?

--Pues una catequesis, pese a no tener colegios en nuestro territorio, con más de 200 niños. Lo que supuso el Sínodo Diocesano de 1992, en el que se crearon una serie de grupos (esta fue una de las parroquias que más acogió) para la renovación de la diócesis. Después vino una etapa de actualización, el Catecumenado, de cinco años, que también hicieron más de 200 personas. Después, hemos continuado con la formación bíblica, con aquellos grupos que llevan de 14 a 15 años, además de las cofradías, Cáritas (cuya casa antes no existía), adoración nocturna, liturgia. Todo lo que es vida normal y propia de una parroquia.

--¿Qué resalta de esta semana especial?

--Pues ha habido actividades como el encuentro de la juventud de la Diócesis Mérida-Badajoz el pasado sábado. Primero se reunieron aquí en la Basílica como homenaje a Santa Eulalia, que ha sido declarada patrona de la juventud de esta diócesis. Hoy, como todos los años, habrá la gran procesión de aquí a Santa María y mañana, la vuelta aquí a su parroquia, con la tradicional eucaristía concelebrada por todos los curas de Mérida y presidida por el arzobispo, don Santiago García Aracil, que siempre que puede participa, al igual que hacía el anterior, don Antonio Montero.

--¿Cómo valora la devoción de los emeritenses por santa Eulalia?

--Santa Eulalia es santo y seña de esta ciudad. Voy a dar dos datos. Uno es el Trecenario, en septiembre, 13 días en los que esta iglesia (que puede acoger hasta unas 600 personas) se llena cuatro veces al día. El otro es el Hornito, que a todas horas del día y la noche tiene personas rezando.

--¿Siempre ha sido así desde que usted es párroco?

--Sí. La tradición a santa Eulalia viene de siglos y no se ha perdido, ni con la crisis religiosa ni con nada.

--¿Realizan alguna actividad especial por la crisis económica?

--Constantemente. Aquí, gracias a Dios, la gente contribuye mucho. Por ejemplo, acabamos de hacer una entrega por el tifón de Filipinas y se han hecho varias recogidas de alimentos, en colaboración con la cofradía y la Asociación de la Mártir. Solo en Navidad, invertimos unos 5.000 euros en para preparar unas bolsas especiales de alimentos.