La Semana Santa en Mérida en la década de los años 40 y 50 resurgió con cierto espíritu nacionalista y con el boato propio de los tiempos que corrían. Se magnificó la presencia de autoridades eclesiásticas y militares, con presencia del coronel del cuartel de Artillería Hernán Cortés, del capitán de la Guardia Civil, el capitán de la Policía Armada, el jefe de la Policía Municipal y las autoridades civiles al mando del alcalde de la ciudad con su vara de mando. En estas dos décadas estuvieron de alcaldes: José Molina Rodríguez, Enrique García Pelayo, Juan Francisco Babiano Giner, Miguel Calderón Calderón; Eduardo Zancada Alarcón, que aún vive; Narciso Ramírez Rodríguez, también coronel de Artillería en Mérida; y Francisco López de Ayala y García de Blanes, que estuvo diecisiete años como mandatario de la ciudad, desde 1957 al 1974.

LA MATRACA Los santos, crucifijos y cuadros se cubrían con paños morados toda la cuaresma y se quitaban el Sábado de Gloria. Para llamar a los fieles a los actos religiosos, ya que no se tocaban las campanas, se utilizaba la matraca, una gruesa y fuerte tabla de forma rectangular, de cincuenta centímetros de larga y veinticinco de ancha, de la que colgaban unas argollas de hierro con unos remaches, grandes tachuelas, que al girar esta tabla, con cierta rapidez, producía un ruido grande. Este mismo instrumento, y con el mismo nombre, se usaba en forma de aspa y se utilizaba para lo mismo, la más común por estas tierras era la de tipo rectangular.

Sólo había cuatro cofradía en Mérida. La Cofradía Padre Jesús Nazareno, Santísimo Cristo de los Remedios y Nuestra Señora del Mayor Dolor, que se ubicaba en la parroquia de Santa Eulalia y cuyo hermano mayor fue José Molina Rodríguez. Otra cofradía era la Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo del Calvario, Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santísima Virgen de los Dolores y María Santísima de la Amargura, más conocida como la del Calvario. Salía de la ermita de este mismo nombre, pero estaba inscrita a la parroquia de Santa María, su hermano mayor, casi en la totalidad de estas dos década, fue Felipe Díaz Felipe el de la Campana .

Otra cofradía era la Real Hermandad y Cofradía Infantil de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli, Santísimo Cristo de las Injurias y Nuestra Señora de Rosario: el Cristo de Medinaceli fue regalo de Batilde Martín Martín, Doña Bati , propietaria de la pastelería Gutiérrez, que data de 1827 y de donde salen los conocidos y tradicionales caramelos de la mártir santa Eulalia; el primer hermano mayor fue Federico Ruiz, que terminó siendo director de teatro en Televisión Española. Además, estaba la Cofradía Ferroviaria del Descendimiento, Santísima Virgen de las Angustias y Nuestra Señora de la Esperanza. Salía de Santa Eulalia. Su hermano mayor, Manuel González Martín Romo, cuenta en una entrevista en el semanario Mérida de 1953 como se creó el 27 de marzo de 1947 con otros hermanos como José Gallego Benítez, Manuel Pérez Salguero, Manuel Casana Gallego, Francisco Hernández Nieto, Mateo Flecha Galán, Víctor Corbacho Verón y Eduardo Rodríguez Gil.

Dos párrocos que destacaron, y a los que se les recuerda con mucho cariño, fueron Carlos J. Alonso y Rojas, de Santa María, y César Lozano Cambero, de Santa Eulalia y uno de los mayores devotos de la mártir.