Una Hermandad son amores y no buenas razones, porque con palabras no se carga un paso y menos el Paso de nuestra vida. Amigo que no da y costalero que no carga, aunque se pierdan, no importa. Por eso en una Cofradía no se está sino que se es, y si se es de una manera activa, práctica. Admiro a los pabloburgos de la Mérida de mis entrañas que se dejan la piel, y la vida, por su Hermandad porque, sin estas gentes, ni un paso saldría a nuestras calles y plazas. Sonrisa de nuestras almas, devuélveme a la vida.

Ya se oyen el rachear de los pasos por las calzadas emeritenses, ya se anuncia el pregón, se ofician los cultos y actos, la Capilla del Asilo con el Hermano Pepe Arenas "peta" en los viernes de los "favores", entramos en la recta final, en ese tierno itinerario que confluirá en un Hombre que, con los brazos cruzados, supo conquistar las almas... Todos los caminos nos llevan al Domingo de Ramos. Tú, que curas toda herida, demuestra que eres la Esperanza nuestra.

Armaos de esperanza, muy a la sevillana usanza, los días pasan y siento el desconcertante escalofrío de siempre, esa sensación de cumplir con la promesa de rezar ante la madera, gastada por el fervor, ese sentimiento que no entiende de disculpas ni vergüenzas ni el qué dirán, que va directo al corazón. Como si fuera ayer, me veo por las noches en la barriada contemplando los ensayos, a mi hijo cargando el Paso a la música del portátil y con los familiares, de toda edad y condición, viendo como ensayan los suyos. Siempre me admira la manera de andar de ese barco que atrae y provoca a quienes lo miramos andar... Sí, he dicho andar. Como si fuera ayer... Cuando éramos lo que orgullosamente somos, una Hermandad modestita con cuatro nazarenos grandes y un tramo de pequeños nazarenos, como hace mucho tiempo -ya ni me acuerdo de qué se pueda hacer un Domingo de Ramos- que se ha incrustado en mi vida la bendita rutina de Misa con los Hermanos, ver los Pasos y a las cuatro estar en el atrio... Hacer casi siempre lo mismo y acordarte de que se es feliz (con altibajos).

Amigos, es este tiempo de hombres comprometidos, estación de gente seria con sus compromisos, alejada de los desencantados, de los que dicen pasar de la Semana Santa, allá ellos. Es hora de reivindicar la Semana Santa como referente de la vida cristiana del emeritense, parte inseparable de muchos de nosotros pero, ahí nos duele, vinculada al sentimiento religioso, asida a Dios, como no puede ser de otra manera. Y, como tal, vehículo para que otras personas se acerquen a la espiritualidad cristiana. No hay otra respuesta. Las imágenes son instrumentos para llegar a Dios que, dónde de verdad se encuentra es en los sagrarios de nuestras parroquias. Un lugar donde, no me pregunten cómo, se siente también el calor de la mirada de su Madre. Por eso molesta el "Ea, hasta el año que viene Señora" con el que algunos tibios se despiden del Paso, sin darse cuenta de que nuestras imágenes están aquí, en San José, todo el año esperando que las veamos y que saludemos al Hijo... Real y verdaderamente presente en la soledad del sagrario. Peor para ellos que no sienten el calor de su mirada... Tan cercano.