El alcalde de Mérida, Pedro Acedo, quiere reivindicar la figura del sereno en el centro de la ciudad.

Antonio Oliva no quiere ni hablar del tema. Y cada uno puede opinar con la libertad que nos da nuestra Constitución. Pensamos que es una figura entrañable y añoramos su presencia por las calles del centro y barriadas.

Que sí, Oliva, que para eso están las fuerzas del orden público, pero con esas fuerzas hay lugares que se asaltan continuamente, locales que son robados con toda impunidad en repetidas ocasiones, piedras que se lanzan contra las lunas en las calles más céntricas y tenemos policía, pero no el número suficiente.

Me gusta la figura del sereno . Romántico. Servidor. Con su manojo de llaves, un chambra oscura que denotaba que la cuestión económica no andaba muy boyante. Una gorra de visera y un bastón para dar en el lomo de algún gamberro. Hoy, si se llega a consolidar, tiene que llevar pistola repetidora en la funda del cinturón y otra en los calcetines sujetada por las botas para por si acaso.

Nuestra dotación policial es insuficiente y el sereno vendría a cubrir un hueco.

La calle Santa Eulalia y su entorno está siendo amenazado continuamente. Si hubiera un sereno no se rompería una luna con tanta impunidad y tendríamos a una persona que le impediría seguir con su obra delictiva y en caso necesario hay medios suficientes para avisar a las fuerzas de orden público.

El sereno tendría que estar en las barriadas. Los industriales de las distintas zonas no les importaría, por una pequeña cantidad, contribuir a tener una persona que, aunque jurídicamente no pueda detener, si puede avisar y defender lo que guarda.

El sereno evitaría más de una pintada, gamberrada y robo en el entorno que es de su responsabilidad y más de una persona agradecerá que en la madrugada, al llegar a casa pueda verlo deambular por la calle con cierta seguridad y en caso necesario: ¡Serenoooo!, ¡Vaaaaa!.