El Servicio Extremeño de Salud (SES) abrirá previsiblemente a finales del próximo año en Mérida el primer centro propio de atención integral a personas drogodependientes conocido como comunidad terapéutica. Tendrá 22 habitaciones individuales y varias áreas para distintos servicios. Además, cambiará la forma de trabajar habitual en este tipo de centros, basados en la terapia ocupacional con talleres, dando prioridad a la intervención psicológica y educativa, ya que cuando haya que hacer talleres aprovechará para que estas personas acudan a los que se estén realizando en la ciudad, no en el centro, como se hace ahora.

Se trata de buscar la integración social y para ello se atenderá a personas con problemas serios de consumo de drogas, sobre todo cocaína, alcohol y heroína. Será el primer centro de este tipo gestionado íntegramente por el SES, ya que otros existentes cuentan con la prestación de servicios de entidades como Proyecto Hombre, Mensajeros de la Paz o Proyecto Vida.

Esta nueva comunidad terapéutica sustituirá a la de La Garrovilla, que se ha quedado "obsoleta", ya que trabaja desde 1985, según explica Quintín Montero, secretario técnico de drogodependencias del SES.

El edificio estará en una parcela junto al del SES y cerca del hospital, y no como ha sucedido habitualmente en el que este tipo de centros "se hacían cuando más lejos mejor, en granjas aisladas de la ciudad, porque se pensaba que así la persona con problemas de droga se curaba antes, pero ahora tratamos de integrarla en la comunidad ciudadana". Así, se podrá aprovechar cualquier recurso que ofrezca la ciudad para que estas personas acudan, por ejemplo, a un taller que se desarrolle en Mérida; y es mucho más eficaz porque "estamos normalizando algo". La localización, por tanto, es fundamental.

COMO SERA LA ATENCION Pero, qué ofrecerá este centro a los enfermos. Hay que tener en cuenta, precisa Montero, que hasta estos centros llegan personas que necesitan algo más que un tratamiento ambulatorio para desintoxicarse de sus adicciones y lograr la abstinencia; a esto se añade en la mayoría de los casos problemas de desestructuración personal y social, por lo que cada uno necesita una atención acorde al grado de dependencia y situación personal que sufra. En este centro se primará mucho más "lo educativo o las intervenciones familiares, sobre lo que son talleres ocupacionales".

Montero señaló que hay un elevado número de personas que salen curadas de este tipo de centros, pero matiza que tampoco se puede considerar un fracaso aquellos casos que no lo logran, porque las situaciones son muy particulares. En todo caso, tras abandonar esta comunidad terapéutica hay un seguimiento ambulatorio o en pisos tutelados. Habrá que tener en cuenta de dónde se parte con cada persona, argumenta, porque "no es lo mismo atender un joven que trabaja que a una persona que llega, por ejemplo, del centro de transeúntes, que tiene VIH o que ha estado muchos años en prisión; este hombre o mujer, a lo mejor, se va a los seis meses, pero no es fracaso terapéutico".