La nueva línea de alta tensión y la subestación de Proserpina de Mérida son un ejemplo significativo de la sensibilidad medioambiental que están demostrando nuestros políticos regionales y locales.

En primer lugar, la Junta de Extremadura aprueba un trazado de la línea de alta tensión (lo declara de utilidad pública) que pasa por una serie de zonas urbanas y cruza el río el Guadiana, sin tener en cuenta el impacto visual que ocasiona y un ecosistema que alberga 155 especies, muchas consideradas de interés especial por el catálogo nacional de especies amenazadas y otras catalogadas como especies vulnerables.

La normativa y el sentido común propugna la protección estricta de su hábitat y la mayoría de estas especies están protegidas por varios Convenios Internacionales que, en ningún caso, autorizan el paso de líneas eléctricas de alta tensión.

El anterior equipo de gobierno del ayuntamiento de la ciudad, del Partido Popular, y la entonces oposición, El Partido Socialista, no manifestaron en ningún momento ni su preocupación, ni su oposición, ni su interés por los ciudadanos que vivirían cerca de la línea y su impacto visual negativo sobre Mérida, Ciudad Patrimonio de la Humanidad, cuya principal industria es el turismo, ni por la protección de su entorno natural.

En segundo lugar, la Junta de Extremadura aprueba, junto con el trazado de la citada línea de alta tensión, la ubicación de una subestación eléctrica al lado de varias urbanizaciones existentes y en construcción.

Así, la urbanización La Calzada Romana, Proyecto de Interés Regional (PIR), se construye al mismo tiempo que la subestación Proserpina, declarada en el mismo proyecto que la línea, por la Junta de Extremadura, de Utilidad Publica.

Y por supuesto, ni el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Mérida, ni la oposición se manifestaron, sobre algo que a todas luces resulta un anacronismo.

Y es que, mientras en otras ciudades se está luchando por sacar las subestaciones que, al ir creciendo la ciudad, han quedado peligrosamente próximas al casco urbano, aquí, siendo la línea de nueva creación, se está construyendo en una zona residencial.

Ahora que las 17 torretas metálicas de más de 16 metros de altura, con 4 metros de diámetro en su base, están ya levantadas, el Ayuntamiento de Mérida nos asegura que, gracias a sus gestiones, Sevillana-Endesa soterrará el tramo que pase por la zona urbana.

En cambio, de la subestación de Proserpina en la urbanización no se dice absolutamente nada. ¿Qué es más importante, el impacto sobre las aves y el paisaje o el riesgo para la salud de los ciudadanos que viven y vivirán próximos a la subestación? ¿No habíamos quedado en que éramos nosotros, Los Verdes, los que sólo se preocupaban por el medioambiente, la fauna y el paisaje, descuidando al hombre, su calidad de vida y su bienestar?