La ciudad de Mérida tiene tradición de siglos en la Semana Santa. Hay datos de la Cuaresma y de la Semana Santa de hace tres siglos. Así lo comenta José Sáenz de Buruaga en una de sus muchas investigaciones.

Quedan importantes lagunas que recuperar. Nada se sabe de determinados siglos de cómo se desarrollaban los actos religiosos. Don José nos lo ha comentado en algunos puntos de sus investigaciones. Hay que seguir trabajando y lograr recuperar algunos datos que, por el momento, desconocemos.

Las tropas napoleónicas, de forma vandálica, destrozaron todo lo que encontraron a su paso. Quemaron, robaron y destruyeron archivos y bibliotecas sin el más mínimo pudor. Se salvaron algunas imágenes porque las guardaban los feligreses en sus casas, pero los archivos no se han encontrado. Eran numerosos en los conventos y en las parroquias de Santa María la Mayor y Santa Eulalia.

RELIGIOSIDAD En el siglo XVII, la religiosidad era profunda, sin embargo menor que la centuria anterior.

Las procesiones de disciplinantes eran de tal magnitud que incluso morían algunos en ciudades como Madrid y Sevilla. Mérida se lo tomaba con más tranquilidad.

La Cuaresma se iniciaba con el reparto de bulas. Similares a las que tiene en su poder el doctor en Otorrinolaringología Vicente Guillén Asensio.

Las bulas eran documentos pontificios. A través de ellas se otorgaban a los españoles privilegios e indulgencias adquiridos mediante una limosna. Estas gracias, dispensadas de manera permanente a partir de Carlos V, fueron abolidas en 1966.

Existía la Bula de la Santa Cruzada, que dispensaba ciertos días de ayuno o vigilia de los establecidos por la iglesia, que antiguamente se concedían a los que iban a la guerra contra infieles o cooperaban a su costeamiento, con el transcurso de los años sólo con una cantidad en concepto de limosna para las atenciones de la iglesia.

En estos años se llevaba con rigurosidad el ayuno y, en determinados días, el ayuno y la abstinencia los días que la iglesia tenía estipulados: viernes de cuaresma, Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. Cuentan que los emeritenses marchaban al río Guadiana y a la Albuera de Carija (lago de Proserpina) a pescar bogas, carpas, pardillas, tencas... y deseando que llegara el domingo de Resurrección para tomar carne de carnero, que era la más habitual.

De la Semana Santa emeritense se han podido conseguir datos en el capítulo que dedica Agustín Velázquez Jiménez en su libro La Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santísimo. Cristo de los Remedios y Nuestra Señora del Mayor Dolor. Notas para la historia de una cofradía de Mérida .

Son datos interesantes, ya que la prensa de finales del siglo XIX, y comienzos del XX, no dan noticias sobre Semana Santa. Incluso en los semanarios más conservadores, como El Montero Extremeño (1893-1895) y, posteriormente, El Eco Extremeño , El Noticiero y La República no nos dan una visión de como transcurre la Semana Santa en Mérida. Es ya con el semanario Gil Blas cuando se han conseguido algunas esporádicas noticias.

Ni una sola referencia en las revistas de feria, que solían dar detalles de los acontecimientos más destacados del año.

Pero nada hay en este sentido, aunque, como ya apuntaba José Alvarez y Sáenz de Buruaga, es cuestión de seguir investigando en los archivos de la ciudad y, así, recopilar algunos datos sobre estos actos religiosos, como el atentado en la procesión de Pascua al arzobispo Masona o los predicadores del convento de Santo Domingo, en el siglo XVII, o el encargo de la talla de Jesús Nazareno, en 1734, para el hospital que había creado el Padre Cristobal de Santa Catalina en lo que hoy es el parador nacional.

Después sería manicomio y cárcel de la comarca, hasta convertirse, en 1929, en hotel de turismo. Se inauguró en 1933. Naturalmente, esta imagen presidiría las procesiones de Semana Santa. En la década de los años veinte el semanario Gil Blas da algunos datos, o El Correo Extremeño, diario independiente, en 1928 dedica noticias a Mérida. Pero queda mucho que investigar de nuestra Semana Santa.