Se nos fue algo de nuestra historia. Cerró el bar Casa Benito. Me llevó mi padre por primera vez hace más de cincuenta años. Allí se sentaba con Esteban Sánchez, Manuel Pacheco, Luis Alvarez Lencero, Juan José Poblador y Antonio Poblador, y allí escribió uno de sus artículos más bonitos: Saber beber .

Ayer, más de uno se guardó en su interior la emoción que todos sentíamos. En la barra, despachando, como una despedida, Manolo Romero, y sentado, fumándose un puro en la silla de siempre y en el sitio de siempre, Pepe Romero. Con más de cuarenta años al servicio de la familia los hermanos Francisco y Andrés Salguero y los también hermanos e hijos del dueño Ana María y Manuel Romero Gómez.

Tenía al lado a otro de los hijos, Vicente, que lo estaba pasando mal. Tomábamos las últimas copas con Alfonso Carvajo y Paco Gijón. Iban llegando los de siempre, Vicente y Paco García, que recordaba como su padre venía cada día a beberse un vino.

Coincidimos con Manuel Periáñez, Manuel Rodríguez Rodri , Juan Antonio López Solís, el de la Exclusiva , Juan Navia y, compartiendo la barra, Juan Castro, Miguel Lázaro, Antonio Gonzalo, un pacense que quiso compartir la última copa del bar más antiguo de Mérida, y sólo una mujer en la barra, Carmen Bolívar.

En otro lado la barra estaban Pepe Fouto, Avelino Romero, Rafael España y Paco Crespo, que dedicó una canción, la de El puente romano , con la misma música pero distinta letra, a los hermanos Pepe y Manolo.

Tenía sus aperitivos peculiares, como la ensalada de patatas con tomate y pimientos, hígado en salsa, sardinas asadas o crudas, lengua...

Eramos conscientes de que estábamos dando un adiós a una parte de nuestra historia. Un adiós definitivo. Desconocemos si quien lo compre lo abrirá como bar, pero no será lo mismo, incluso mejorando. Es algo que teníamos como nuestro. Una página que cerramos.