Con este asunto de las elecciones municipales y autonómicas pretendemos conseguir un gobierno que nos dirija a todos por igual, sin diferencias. Queremos un Presidente y un gobierno con una política económica y social para todos por igual, similar al resto de los países del norte y un sistema democrático análogo, con una justicia semejante para todos y no una justicia desigual, como la que se imparte en este país.

Y esto no es un comentario mío, no. Este comentario es tan manido que está en boca de miles de ciudadanos, en particular de aquellos que son ninguneados por sus señorías, encontrándose en condiciones de desigualdad con el clientelismo de los que mandan y podríamos poner muchos ejemplos, porque lo que yo cuento en el periódico no son chistes; yo lo único que hago es ver, observar y comentar los hechos.

Y es que la democracia debe ser algo más que dos lobos y una oveja votando que van a comer, porque la ayuda exterior es como una transferencia de dinero de los pobres de los países ricos a los ricos de los países pobres. ¡Que no se nos olvide!

La visión que el Gobierno tiene de la economía podría resumirse en unas frases muy cortas: si la economía se mueve un poco, más impuestos; si se sigue moviendo un poco más, regulación inmediata; y si deja de moverse, subvención a la carta. Alguien lo comentó en su día.

Y es que, cuando la mitad de la población llega a la conclusión de que no necesita trabajar, porque la otra mitad va a cuidar de ella (que es lo que está ocurriendo), y cuando la otra mitad llega a la conclusión de que no vale la pena trabajar porque otros van a disfrutar de su trabajo, estamos ante el principio del fin de una nación.

Por eso sería conveniente que nos dejáramos de tonterías y nos preocupáramos un poco más de la gente que lo está pasando tan mal; pero sobre todo, porque tener razón, cuando el Gobierno se está equivocando es muy peligroso, sobre todo si asumimos eso de "loca y voluble condición humana, que odiando siempre el presente, espera bienes alcanzar mañana" .