El próximo mes de junio se cumplirán 25 años de lo que consideramos el inicio del activismo LGBTI organizado en Extremadura. Aquel momento en el que un grupo de pacenses comenzamos a organizarnos, al descubrirnos como lesbianas o gais, y comprobar como muchos de nuestros amigos o amigas emigraban, habían emigrado, o pensaban hacerlo para poder vivir tal como eran, y desarrollarse emocionalmente.

Cambiar esto, y defender poder vivir con libertad en nuestras ciudades y pueblos fue sin duda la razón de que algunos diéramos el paso de iniciar lo que sería la primera asociación que en Extremadura trabajó por la igualdad por identidad u orientación sexual, De Par en Par, germen de lo que después sería Fundación Triángulo Extremadura.

Años antes, en los principios de nuestra entonces incipiente democracia y el seno del PCE extremeño de entonces, siguiendo la senda del Frent de Liberament Gai de Cataluña se quiso iniciar una sección LGBT del partido, pero aquellas intenciones revolucionarias fueron frustradas rápidamente. Lo cual demuestra que nuestras libertades no eran consideradas o entendidas como tales por parte de casi nadie entonces, como poco después comprobaríamos cuando nadie respondió a la petición de respaldar la celebración del primer Orgullo LGBTI en Badajoz, ni sindicatos ni partidos políticos. Hablo de 1995. Y es que en todos los países, y lo comprobamos cada día desde el trabajo que hacemos con la AEXCID, siempre nuestro camino viene de la ilegalidad, fuera de los márgenes, reivindicando inclusión e igualdad.

Y así hemos pasado de ser la única comunidad autónoma del país en contar con colectivo LGBTI organizado, a contar con varias en activo y ser pioneros en muchas iniciativas como el Festival FanCineGay, el Servicio Plural LGBTI, los Palomos, o nuestra Ley LGBTI, pionera y referente para otras regiones.

Aún recuerdo disputas entre amigos sobre si veríamos aprobado el matrimonio para gais y lesbianas, que hoy es un derecho ciudadano junto a otros muchos avances, aunque en lo que tiene que ver con la vida de la gente sea donde más quede por avanzar, que ya hemos hemos aprendido que es más fácil aprobar leyes que desarrollarlas.

Hasta 1979 no salieron los últimos presos que quedaban por orientación sexual en España de la cárcel de Badajoz. Seguro que ninguno de aquellos hombres encarcelados en el MEIAC de hoy, desconocemos si mujeres, cuyos nombres y rostros desgraciadamente la historia ha perdido, imaginaron que esa tierra áspera y adusta que había sido el espacio para su brutal e injusta condena por cometer el delito de amar a quien no debían, por consumar el pecado de besar los labios, de recorrer el cuerpo de una persona de su mismo sexo, sería la tierra que sólo tres décadas después daría ejemplo aprobando por unanimidad en la Asamblea de Extremadura una ley por la igualdad social de gais, lesbianas, bisexuales, transexuales e intersexuales.

Era impensable que en menos de tres décadas se transformase de una manera tan radical una región que venía de un profundo y marcado nivel de subdesarrollo, en la que lo rural ha sido fortaleza y lastre, en la que las redes sirven de apoyo pero también pueden ser una enorme losa.

Transformar Extremadura así, para mejorarla, sólo ha sido posible gracias al empuje, a la dedicación, a las horas perdidas, a los sueños, al sufrimiento, al dolor, a las calles recorridas, a las acciones emprendidas por un puñado de hombres y mujeres que han sabido impregnar a una ciudadanía dispuesta y deseosa de cambios, del valor de la justicia, de la igualdad y de la diversidad. Este periódico fue el primer medio que se hizo eco de nuestras reclamaciones, deseos e inquietudes. Con el comenzamos hoy la celebración de este cuarto de siglo en el que venimos avanzando hacia una Extremadura mejor, más libre, plural y diversa.