La empresa familiar es una organización donde confluyen dos sistemas totalmente diferenciados como son la familia y la empresa, espacio que hay que saber gestionar para que, cumpliendo ambos sus objetivos, la empresa familiar salga reforzada.

La empresa familiar es el motor de cualquier economía desarrollada y, por supuesto, la base de la economía extremeña y nacional. Esta afirmación está corroborada con los últimos estudios que sobre este tipo de organizaciones se han realizado y que demuestran que, en Extremadura, la empresa familiar es la verdadera protagonista en el tejido empresarial.

Recordemos que según los datos que recoge el estudio ‘La empresa familiar en España’ (2015) elaborado por el Instituto de la Empresa Familiar y la Red de Cátedras de Empresa Familiar, entre las que se encuentra la de Extremadura, el 91,5% de las empresas extremeñas son familiares, cifra que se sitúa por encima de la media nacional que es del 88,8%.

Estas cifras nos deben hacer reflexionar sobre la necesidad de establecer un marco favorable desde el punto de vista social, económico y fiscal que contribuya al desarrollo, crecimiento y continuidad de las empresas familiares en nuestra región.

Desde la Asociación Extremeña de la Empresa Familiar siempre hemos defendido que el presente y el futuro de nuestra región pasa por apostar decididamente por la empresa familiar. Tenemos que tener en cuenta que estas organizaciones, por sus peculiares características, se enfrentan a una serie de retos que, de no superarlos, están abocadas a su desaparición con las consecuencias negativas que ello supone en términos de generación de riqueza y empleo.

No debemos olvidar que, según el citado estudio, la empresa familiar extremeña representa el 84% del Valor Agregado Bruto, frente al 66% en España, y genera el 85,2% del empleo frente al 66,7% que genera en España.

La empresa familiar tiene ante sí retos, desde el punto de vista empresarial, como la profesionalización, la dimensión, la internacionalización y la búsqueda de nuevos mercados, la innovación, etcétera. Pero también desde el punto de vista familiar, y el más importante de todos, la sucesión, es decir darle continuidad al proyecto empresarial familiar de generación en generación.

¿La empresa familiar extremeña está preparándose o está preparada para el relevo generacional? Según un estudio realizado por la Asociación Extremeña de la Empresa Familiar (AEEF) en el año 2017, solo el 52% de las empresas manifestaron tener un plan de sucesión en la propiedad de las acciones de la compañía y el 56% manifestaron tener un plan de sucesión en la gestión.

Esto significa que más del 40% de las empresas familiares extremeñas no tienen un plan de sucesión en la propiedad y en la gestión de la compañía, por lo que a la pregunta que nos hemos hecho la respuesta si no es un rotundo no, por lo menos es un “queda mucho camino que recorrer”. Un camino que debemos recorrer todos juntos.

Debemos recordar que tradicionalmente en España, sólo el 30% de las empresas familiares llegan a la segunda generación y únicamente el 15% alcanzan la tercera.

Estas cifras demuestran que los periodos de transición generacional son el talón de Aquiles de este tipo de empresas. De hecho, la mayoría de las empresas que han desaparecido, carecían de una planificación del proceso sucesorio.

Teniendo en cuenta estos datos, la Asociación Extremeña de la Empresa Familiar (AEEF) siempre ha reivindicado la necesidad de aprobar ayudas para la implantación y puesta en marcha de procesos de sucesión planificados en las empresas familiares con el fin último de que se produzca una sucesión sencilla, natural y exitosa, gracias a la cual, la empresa siga su desarrollo normal ya en manos de la siguiente generación.