Soy extremeño, español y europeo, de los nacidos después de la firma del Tratado de Roma. Pertenezco a la generación que ha crecido siendo testigo de la evolución de la Unión Europea, desde esa concepción puramente económica que tuvo en origen, al proyecto comprometido con el bienestar colectivo que es hoy. También soy testigo de lo que esa evolución ha supuesto para nuestro país y para nuestra tierra. Europa está en Extremadura como Extremadura está en Europa. Europa está en nuestros pueblos. Está en nuestros hospitales y en las residencias de nuestros mayores. Está en nuestros colegios y en las carreteras por las que transitamos. Está en la mochila de nuestros jóvenes Erasmus y en ese agricultor o ganadero que innova. Está en esos productores que nos hacen viajar por todo el planeta, en los sueños del emprendedor y del empresario que crea empleo, del inventor, del estudiante. Está en el joven que cree en las posibilidades que ofrece nuestro campo y que defiende el derecho de su pueblo a no morir.

Extremadura es prioritaria para Europa. Nuestra lucha hacia la convergencia es también el objetivo 1 del resto de las regiones europeas en el compromiso que adquirimos de ser mejores juntos.

Hoy que celebramos 60 años de la mano, elijo no hablar de lo que nos queda por cumplir para lograr una mayor integración. Tampoco sobre lo que Europa debe seguir haciendo por Extremadura. Ni siquiera sobre la obligación que tiene la Junta de Extremadura con Europa de emplear los fondos comunitarios con sentido común y con la mira puesta en nuestro desarrollo. Tampoco hablaré acerca de los retrocesos en materia de convergencia que estamos experimentando por la inacción de un gobierno regional que no aprovecha la generosidad de Europa. Hoy elijo hablar sobre nuestras obligaciones con la Unión, porque no estoy exagerando ni distorsionando la realidad cuando digo que el proyecto europeo está viviendo el momento más crítico desde su fundación.

Europa nos necesita a todos. La percepción pública está dominada por los populismos que quieren la desintegración. Pero la realidad es que la aplastante mayoría de europeos preferimos estar unidos. Es más, apoyamos estar cada vez más unidos. Quienes conocemos el valor de lo que hemos construido, quienes hemos crecido y participado en este proyecto colectivo, tenemos el deber de combatir esta amenaza real, desenmascarando las verdaderas intenciones de quienes quieren dividirnos. Es nuestra obligación y es también lo inteligente. Nosotros no necesitamos un acto de fe para creer en la Unión Europea ni tampoco necesitamos más avisos que el Brexit.

Pertenezco a una organización de la que estoy profundamente orgulloso porque tiene la unidad como principio rector. Sabemos lo que significa estar juntos y lo que podemos conseguir estando juntos. No solo defendemos la unidad. Vivimos la unidad y la imprimimos en nuestra acción política.

Desde nuestra cuota de responsabilidad actuamos aquí, en Extremadura, para que el populismo no asalte el control de nuestras instituciones y para que no tome de rehenes a los extremeños y a su futuro.

Esa es nuestra manera de dar voz a los ciudadanos europeos que desde esta tierra dicen alto y claro que el bienestar común no se construye ni se defiende desde la separación.