Celebramos, como cada 8 de septiembre, el Día de Extremadura y lo hacemos en el año en el que se cumple el 35 aniversario de nuestra autonomía.

A finales de la década de los 70 la región daba los primeros pasos para lograr el autogobierno y se dotaba del instrumento político para la toma de decisiones.

35 años después, Extremadura ha experimentado un profundo cambio que acredita que la autonomía ha sido uno de los grandes hitos de nuestra historia. Y lo ha sido gracias el esfuerzo del pueblo extremeño, de la sociedad civil organizada, de la representación política y de los agentes sociales, económicos y culturales.

La autonomía propició que nuestra querida Extremadura, aquella que en la conciencia de los extremeños de 1983 se concebía como una región partida en dos, Cáceres y Badajoz, pasara a ser una Comunidad Autónoma gracias al esfuerzo de una mayoría de extremeños que empezaron a construir un futuro compartido, desde la letra de la ley a la tarea común de superar un pasado que les había sido adverso y que había desangrado esta tierra con la emigración de los años cincuenta y sesenta.

Mi recuerdo a nuestros padres y abuelos. Gracias por el tiempo que perdisteis en hablar para convertir lo imposible en un sueño primero, y en una realidad años después. Fue un tiempo ganado.

En ese tiempo, ha sido clave la consolidación de la Universidad de Extremadura. El hecho de que generaciones de extremeños puedan acceder hoy a la Universidad, es lo que ha dado verdadero sentido a la vida de las generaciones anteriores. En 1983 el ochenta por ciento de los extremeños eran analfabetos o solo tenían estudios primarios. Hoy casi el sesenta por ciento tienen estudios medios y superiores. Entonces, algunos se morían en las listas de espera de trasplantes. En la actualidad tenemos modernas unidades de trasplantes en nuestros hospitales y la cultura ha llenado de vida nuestros pueblos y ciudades. La tasa de ocupación femenina era del 18%, hoy lo es del 38%.

Extremadura no sería la que es sin la incorporación de la mujer a la vida política, social y económica. El mejor ejemplo de ello es el Consejo de Gobierno de la Junta de Extremadura. En el año 1998, solo había una mujer ocupando una consejería en el gobierno autonómico. Hoy, 20 años después, son seis las mujeres consejeras en un ejecutivo de ocho miembros.

Quiero destacar el cambio operado en la sociedad, los avances en materia de igualdad de género, de respeto y defensa de las personas con discapacidad, de la diversidad, la diferencia y, sobre todo, de la dignidad del ser humano. En estos 35 años hemos ido incorporando a nuestro vocabulario viejas y nuevas palabras, hermosas todas ellas por su significado y transcendentes por lo que implican para la vida en sociedad; Libertad, igualdad, solidaridad, dignidad, humanismo, respeto, tolerancia, cooperación, ecología, feminismo, empoderamiento, inclusión plena, no discriminación.

En este tiempo hemos construido puentes sobre las viejas fronteras que nos han permitido la pertenencia a Europa desde la cooperación y colaboración entre regiones. La relación de España y Portugal, de Extremadura y las regiones del Alentejo y Centro son el mejor de los ejemplos.

Soy de los que piensan que Extremadura se construye cada día desde sus municipios, desde sus ayuntamientos, desde su universidad, desde sus colectivos sociales, desde sus asociaciones, desde sus hogares. Entre todos hemos construido una región de la que estar orgullosos, una Extremadura moderna que mira al futuro sin complejos y que no renuncia a sus raíces y a su idiosincrasia.

Extremadura tiene grandes potencialidades. Somos una región rica en recursos naturales, claves para consolidación de sectores como el turismo, fundamentales para nuestra economía. Aunque los indicadores económicos mejoran, hemos de seguir luchando para acabar con los desequilibrios. Tenemos una tasa de paro inaceptable y existen brechas relacionadas con las infraestructuras, las tecnologías y la digitalización.

Muchos retos nos quedan por delante, entre ellos conseguir que el talento se quede en la región y poder fijar así población al territorio.

Por eso, mantenemos nuestras reivindicaciones al Gobierno de España al que reclamamos cuestiones imprescindibles para nuestro desarrollo.

No vamos a cejar un segundo en exigir unas infraestructuras del siglo XXI y un tren digno para Extremadura que, a través del Pacto por el Ferrocarril y con el apoyo de la sociedad extremeña, se ha convertido en una de nuestras principales exigencias.

Con todo, estoy convencido de que en la actualidad Extremadura está en condiciones de generar posibilidades y avances para convertirlos en modernidad y progreso.

Por ello hoy, Día de Extremadura, os emplazo a mirar al futuro sabiendo que contamos con mejores herramientas que en el pasado y a confiar en nuestras oportunidades para que las futuras generaciones hereden una Extremadura mejor.