Estamos atravesando unos años buenos para el turismo en España. Nuestro país demuestra solidez como destino y Extremadura se une a la tendencia nacional batiendo récords de llegadas de turistas. Sin embargo, Extremadura sigue siendo una gran desconocida, sobre todo para los turistas extranjeros. Así, no es difícil encontrar títulos en las webs europeas como ‘Extremadura - La España secreta’ o ‘Extremadura: paisajes por conocer’, lo que revela ese carácter de desconocimiento e incluso exotismo de la región. Por un lado, esto deja ver que existe el potencial para promover la imagen de Extremadura en el exterior, pero por otro lado, también quiere decir que existen grandes retos a los que la región se tiene que enfrentar.

Primero, no hace falta convencer a nadie (al menos dentro de Extremadura) de los atractivos de estas tierras que cuentan con tres lugares inscritos en la lista de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, una gastronomía propia y variada en base a productos locales y de calidad, y una espectacular naturaleza repartida en varios espacios protegidos y un parque nacional. A esto hay que añadir los esfuerzos a nivel nacional para conseguir una diversificación geográfica del turismo para salir del antiguo modelo de vacaciones de sol y playa. Ahora, el interior es un atractivo en igualdad de condiciones que busca recibir turistas de mayor nivel cultural y económico que aquellos que sólo buscan ‘tostarse’ en playas en las que no cabe ni una sombrilla más.

Por tanto, el creciente interés por el turismo cultural y la mayor competitividad de los destinos de interior hacen que cada vez sea más relativamente sencillo de vender Extremadura gracias a la demanda de este tipo de atractivos, que son muy populares entre los ciudadanos de Europa Occidental y Escandinavia. Ahora bien, ésta es la gran oportunidad, pero, ¿cómo dejar que no se escape? Sería conveniente actuar rápido, ya que el resto de comunidades de interior también se han puesto a trabajar y no están dispuestas a ceder ni un solo turista.

Para empezar, se debe seguir con una estrategia turística ordenada y, además, aplicarla, que es lo que no siempre se consigue con éxito. Uno de los elementos más importantes que tiene que cubrir esta estrategia es saber a qué mercados dirigirse, aparte de esos europeos cercanos y pudientes. Los mercados lejanos necesitan aún más tiempo para trabajarlos y crear una imagen, pero habría que poner mayor atención a aquellos emergentes y a media distancia. Por ejemplo, la Europa del Este de la Unión está viviendo sus años dorados. Su economía crece, la clase media se ha consolidado y su poder adquisitivo les permite, ahora sí, conocer nuevos lugares como Extremadura. El problema es que casi nadie en estos territorios es capaz de relacionar el nombre Extremadura con algo específico. Tomando el caso de la mayor potencia de esta región, Polonia, se relaciona demasiado nuestro país con en el sol y las playas (la mitad de los turistas polacos que viajan a España eligen Canarias), aunque es un turista al que también le interesa la cultura y el patrimonio y para el que Extremadura definitivamente tiene algo que ofrecer.

INFRAESTRUCTURAS. Así mismo, las infraestructuras son esenciales para facilitar el que se nos conozca y aquí es aún necesario mucho trabajo. La prácticamente inexistente conectividad aérea de la región y las lentas conexiones ferroviarias convierten a las carreteras en la única posibilidad que hay actualmente para conocer Extremadura con mayor comodidad. El AVE desde Madrid significaría un gran avance en el tema de conectividad, aunque sería más beneficioso que se completara el trayecto hasta la capital lusa, uno de los principales mercados para Extremadura. Por otro lado, la idea sobre la creación de aeropuertos es bastante delicada. Es cierto que un mayor flujo de personas necesita de un aeropuerto y, de la misma manera, un aeropuerto trae de por sí más visitantes. Sin embargo, si estos números no son los suficientemente grandes, las inversiones para construir un nuevo aeropuerto podrían ser lapidarias para la comunidad, de la misma manera que ya ha pasado con este tipo de obras en otras autonomías. Una acción más rentable podría ser invertir en el actual aeropuerto de Badajoz para atraer nuevas aerolíneas y abrir destinos internacionales y, por qué no, se podría incluso apostar por una ‘Ryanair-ización’ que ha conectado pequeña ciudades de toda Europa como Bydgoszcz en Polonia o Dole en Francia con otros rincones de Europa.

Por último, hablando de la oferta de servicios extremeña, hay que admitir que no se está totalmente preparado - salvo en contadas ocasiones - para recibir visitantes extranjeros. Según estudios presentados en la Universidad de Extremadura, se da poca importancia a la disponibilidad de facilidades en otros idiomas tanto en negocios privados como en atracciones públicas.

Todos ellos deberían esforzarse conjuntamente en ofrecer servicios tanto hoteleros, de restauración o interpretación turística considerando el turista extranjero y, como mínimo, asegurando la comunicación e información en inglés. De la misma manera, falta riesgo empresarial. La idea de la casa rural está bien, pero no es suficiente.

En un mundo competitivo como el actual, una casa rural, como puede ser cualquier ejemplo de inversión, no sólo puede ser una casa, también tiene que ofrecer wifi, ser accesible, tener una oferta complementaria de actividades en la zona y, sobre todo, ofrecer algo especial.

Recordemos que las Naciones Unidas han declarado 2017 como el Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo, y es que el turismo es un sector clave en nuestro país y que puede impulsar a las diferentes regiones hacia la creación substancial de riqueza y empleo. Con este artículo, se espera que tomemos consciencia de ello en Extremadura y que se invierta en una industria tan transversal como es la turística. Éste es un territorio con potencial y animo a las instituciones y emprendedores a seguir apostando por él y experimentar con ideas innovadoras para no ser un destino seguidor, sino líder.