Son casi medio centenar. En concreto, tras las tres últimas incorporaciones del año 2016, Extremadura cuenta con 48 Fiestas de Interés Turístico Regional. Ese marchamo lo tienen celebraciones de relevancia que potencian la cultura y las tradiciones populares de la región. Son acontecimientos de gran arraigo, fuerte participación, repercusión en toda la provincia y el país. Muchos son los viajeros que acuden a estos eventos atraídos por su singularidad.

El año pasado fueron tres las incorporaciones a esta selecta lista: La Pedida de la Patatera en Malpartida de Cáceres, la Boda Regia de Valencia de Alcántara y Las Diablas de Valverde de Leganés.

La fiesta de La Pedida de la Patatera se celebra el Martes de Carnaval, día en el que los vecinos de Malpartida de Cáceres se concentran en la Plaza Mayor de la localidad ataviados con ‘trajes de la patatera’, una mezcla de trajes tradicionales extremeños, trajes de labranza, con atuendos carnavaleros y flamencos. Los grupos que se forman llevan comidas y bebidas en cestas de mimbres y talegas, e incluso en algunos casos llevan carros de la compra adornados para la ocasión.

La Pedida de la Patatera tiene su origen a finales del siglo XIX, y radica en la costumbre de ‘pedir patatera’ por parte de los jóvenes, sobre todo los quintos. El martes de Carnaval, los jóvenes celebraban la eminente llegada de la Cuaresma, pidiendo por las casas del pueblo viandas para después degustarlas en las ‘tabernas’ de la localidad.

El embutido más económico y con el que más obsequiaban a los jóvenes era la tradicional morcilla patatera, elaborada con patata, grasa animal, carne de cerdo y pimentón. A partir de los años ochenta (concretamente en 1986), esta fiesta se recupera por algunas asociaciones y grupos de amigos de la localidad. Poco a poco, comienza a participar en ella un gran número de personas, y “la celebración toma un gran auge”, según recoge la página web del Consistorio malpartideño.

Actualmente esta celebración consiste en un pasacalles amenizado con charangas, que comienza al mediodía y parte de la Plaza Mayor. Se va simulando por las calles de Malpartida de Cáceres ‘la pedida’ de este embutido. En torno al mediodía se llega de nuevo a la plaza donde se degusta la patatera y después, comienza una verbena popular hasta bien entrada la noche.

Al mediodía, tras el pregón del alcalde, desde el ayuntamiento se reparte pan y patatera entre los asistentes en medio de un ambiente festivo y alegre en el que participa gente de todas las edades. A la hora de concederle la declaración se ha tenido en cuenta igualmente “la originalidad de la fiesta” por la “mezcla” de elementos; como por ejemplo el “exceso” propio del carnaval en las indumentarias, en la que se mezcla lo tradicional con otros elementos llamativos y más propios de otras regiones, como los trajes de flamenca.

Hay una “alta participación popular” y también destaca que se ha recuperado una tradición que se perdió durante los años de la dictadura, y que se rescató a partir de 1985 gracias a una iniciativa popular. Pero principalmente se tuvo en cuenta el “valor gastronómico de la fiesta”, ya que resalta un producto tradicional como es la patatera y en ese sentido se recuerdan las jornadas gastronómicas que se celebran en los días previos entorno a este embutido.

BODA REGIA. El Ayuntamiento de Valencia de Alcántara solicitó el 24 de marzo de 2015, la declaración de la Boda Regia como Fiesta de Interés Turístico de Extremadura. Este evento es un festival transfronterizo, que se celebra a finales del mes de julio, en conmemoración del enlace real celebrado en la Iglesia de Rocamador entre la Infanta Isabel, hija de los Reyes Católicos, con el Rey de Portugal, Don Manuel ‘el Afortunado’, en 1497. Parte de las actividades del festival se programan en colaboración con el municipio portugués de Marvao. Valencia de Alcántara se sumerge por unos días en plena Edad Media para poner en escena La Boda Regia, declarada Fiesta de Interés Turístico de Extremadura. Con la participación de vecinos extremeños y portugueses, la vida cotidiana medieval revive en cada calle del barrio gótico-judío. Una cita que alcanza su culmen con la escenificación de la boda real en la iglesia de Nuestra Señora de Rocamador, Monumento Histórico-Artístico Nacional.

Organización y vecinos se vuelcan para recrear un ambiente festivo y de época por las calles de la villa, decoradas con motivos propios de la época y transitadas por personajes del siglo XV como pajes, damas, hidalgos, monjes, campesinos, bufones o soldados, explica el ayuntamiento. Mercados de artesanía, representaciones teatrales en cada rincón de la localidad, pasacalles, aquelarres, bailes cortesanos, tapas medievales, actuaciones musicales y el desfile de la comitiva real hasta la Plaza de la Constitución son momentos que se sucederán en medio de un ambiente embriagador.

Esta villa extremeña es “antigua por los numerosos restos de la prehistoria y de la romanización que aún conserva”; “leal” por un Privilegio Real dado en 1432; y “noble” por ser “ilustre, preciada y generosa con sus visitantes”.

LAS DIABLAS. La fiesta de Las Diablas de Valverde de Leganés destaca por su “originalidad” y por “rescatar una tradición” que se inició a principios del siglo XX pero que en la década de los 70 estaba casi desaparecida. Valverde de Leganés ha sabido recuperar del olvido parte de su acervo cultural para profundizar en su identidad e idiosincrasia. Lo ha hecho a través del estudio y la investigación, rastreando en archivos y en la tradición oral para recuperar esta fiesta de la memoria y así conservarla y ponerla en valor.

Consiste en recrear la eterna lucha entre el bien y el mal, representada por una Diabla que, entre fuegos y bengalas, se escapa de su encierro en los calabozos de la iglesia y recorre las calles del pueblo, que están a oscuras, acompañada por un séquito de personajes tenebrosos, vestidos de negro y con máscara, y armados con palos, escobas y cadenas.

Estos personajes se dedican a arrasar el pueblo, quemando altares y asustando a vecinos y visitantes, hasta que llega un ejército de ángeles enviados por San Bartolomé (patrón del pueblo), para apresar a la Diabla y encerrarla de nuevo hasta el año siguiente.

Para otorgarle la declaración de Interés Turístico de Extremadura se ha tenido en cuenta la originalidad de la fiesta con la fabricación de ‘los bartolos’, unos muñecos fabricados artesanalmente por las peñas del pueblo que anuncian la llegada de la Diabla, y la quema de los mismos, así como la celebración de diferentes actos para recuperar una tradición que se estaba perdiendo. Del mismo modo se valora especialmente la gran participación de los vecinos en todas las actividades y que interactúan de forma activa con los visitantes posibilitando su integración en la fiesta.