HASTA el próximo día 8 de septiembre de 2010 se celebra el Año Santo Guadalupense, una ocasión excepcional para conocer en todo su esplendor los secretos y riquezas de este municipio y de su Real Monasterio, Patrimonio de la Humanidad. En este espacio se venera con gran devoción a una Virgen Morena, la de Guadalupe, una talla románica que desde el siglo XII tiene una vocación de culto universal. Además de ser Patrona de Extremadura se le reza en medio mundo, especialmente América Latina y Filipinas.

Guadalupe es un destino principal como corazón espiritual de Extremadura. El hallazgo de la imagen, como otros muchos, está envuelto por la leyenda. El pastor Gil Cordero encontró la talla en el siglo XIII, que al parecer había sido escondida por cristianos sevillanos durante la Reconquista, huyendo de la represión de los musulmanes. Junto al río del que toma nombre se construyó una ermita que el rey Alfonso XI encontró en estado ruinoso en 1335.

El primer prior regular del monasterio fue fray Fernando Yáñez de Figueroa, perteneciente a la Orden Jerónima, que estuvo durante cuatro siglos al frente del monasterio, que se convirtió en un centro de cultura y desarrollo.

El fin de la Orden Jerónima fue en 1835 y el santuario quedó convertido en parroquia secular de la archidiócesis de Toledo, servida por sacerdotes diocesanos, que cumplieron con fidelidad su cometido desde 1835 hasta 1908. En este período el santuario fue declarado Monumento Nacional en 1879 y Nuestra Señora de Guadalupe fue declarada Patrona de Extremadura en 1907. Posteriormente fue la Orden Franciscana la que se hace cargo de la restauración de todo el patrimonio y rescatar las partes enajenadas. El resultado es un bello y armonioso convento dotado con servicios religiosos, culturales y hosteleros que convierten este enclave en uno de los santuarios más hermosos del mundo.

La propia página web del monasterio recoge grosso modo cuáles son sus principales atractivos: el templo gótico (siglos XIV-XV); las capillas (santa Ana, siglo XV, nave de santa Paula, siglo XV, santa Catalina, siglo XV, san Gregorio, siglo XV, relicario, siglo XVI, camarín, siglo XVII; panteón o capilla de los Siete Altares, siglo XVII); su famosa sacristía (siglo XVII); los claustros (mudéjar uno, siglo XV, gótico otro, siglo XVI, y un tercero más recoleto, también mudéjar, siglo XV); el pabellón de la Librería, siglo XV (sala capitular alta y sala del Capítulo en la parte baja, restaurada en 1998); el templo de la Santísima Trinidad (siglo XVIII), convertido actualmente en auditorium; tres museos (bordados, cantorales miniados y pinturas y esculturas antiguas) y otras muchas estancias. Estas piezas ofrecen una gran variedad de formas arquitectónicas: mudéjares, góticas, renacentistas y barrocas, con imborrables huellas del paso del románico y de otras tendencias artísticas.

RESTAURACION

Además hay que señalar un último gran periodo de restauración en la década de los noventa en el que se ampliaron las dotaciones con un pabellón de habitaciones y una plaza para peregrinos. En total, las instalaciones suman unos 22.000 metros cuadrados.

La riqueza patrimonial del Real Monasterio de Guadalupe es inmensa, cosa que no es de extrañar, puesto que a lo largo de su historia atesoró una gran biblioteca. También tuvo una escribanía de libros corales miniados. Fue hospital, farmacia, escuela de medicina y cirugía.

Algunos espacios de especial relevancia artística, como el conocido y singular claustro mudéjar, que tiene en el centro un templete gótico mudéjar.

No menos interesante es el Museo de Bordados, en el antiguo refectorio, con una espectacular colección de ornamentos y telas, fruto del taller de bordaduría que albergó el Real Monasterio. Un museo de escultura y pintura también encierra importantes piezas fruto, en parte, del mecenazgo realizado sobre diversos artistas. Destacan tres cuadros de El Greco: Coronación de Nuestra Señora, San Pedro y San Andrés; así como el grupo escultórico del Calvario, de Egas Cueman, siglo XV, estilo gótico, escuela flamenca.

Otro espacio que no debe dejar de visitarse es el de la capilla de San Jerónimo, con tres cuadros: La Apoteosis de San Jerónimo, Las Tentaciones de San Jerónimo y Los Azotes de San Jerónimo, todos de Zurbarán, pintor extremeño de Fuente de Cantos. El Camarín de la Virgen atrae la mirada del viajero. Torre magnífica, el camarín es una obra barroca, decorada durante años con fabulosas pinturas, como las de Lucca Giordano, y esculturas, como las de las ocho mujeres fuertes, atribuidas a Pedro Duque.

Para vivir en todo su esplendor las riquezas de este Real Monasterio de Guadalupe, lo mejor es alojarse en la moderna hospedería con 47 habitaciones, casi todas dobles, todas con cuarto de baño, calefacción, aire acondicionado, teléfono y profusamente amuebladas. Sus comedores son escenario de importantes eventos, a la par de espacio para degustar lo mejor de la gastronomía regional. Un ambiente fraterno, cariñoso y de recogimiento completan la oferta de estas instalaciones.

Desde el propio monasterio se pueden realizar interesantes excursiones a El Humilladero, ermita gótica mudéjar; el Arca del Agua, obra hidráulica del siglo XIV o al Palacio de Mirabel.