Nacido en Mérida en 1942, Juan de Dios Román ha llegado a lo más alto en el mundo del balonmano. Licenciado en Ciencias del Deporte y en Filosofía y Letras ha logrado con distintos equipos y con la selección española infinidad de títulos. Ahora ha dejado las canchas para ponerse al frente de una federación nacional que quiere profesionalizar al máximo. Reúne en una misma persona las facetas de entrenador y profesor.

--¿Cómo recibió la noticia de la concesión de la Medalla de Extremadura?

--Estaba trabajando en la federación y me llamaron de un medio de comunicación que estaba asistiendo en directo a la conferencia de prensa donde se anunciaba. Fue una llamada agradable, que significó una gran alegría.

--¿Alguna vez imaginó que su carrera profesional iba a ser reconocida de esta manera?

--Durante toda mi vida ha habido muchos premios y uno no se pone a pensar cuál es el que falta. Lo que sí es cierto es que mi relación con Extremadura ha sido permanente. Ha habido ya otras distinciones del deporte extremeño. Mi forma de actuar siempre ha estado valorada en mi tierra.

--¿Cuándo comenzó su interés por el deporte? ¿Fue en Extremadura?

--No, al finalizar el bachillerato me vine a Madrid a estudiar en la Universidad, porque en Extremadura no había estudios superiores. Fue en Madrid cuando, alternando con mis estudios de Filosofía y Letras, empecé a interesarme por el balonmano en particular. Así empecé mi carrera, en el año 1974, educando a través del balonmano, labor a la que dediqué mi vida.

--¿Qué es lo que realmente más extraña de Extremadura?

--A mi familia, como no puede ser de otra manera. Mis padres pasaron aquí toda su vida. Mis hermanos viven aquí. De hecho, soy un visitante habitual de Extremadura, comunidad a la que acudo al menos tres veces al mes.

--¿Por qué el balonmano y no otro deporte?

--Esa pregunta siempre me la hice. Hay que situarlo todo en el marco de las casualidades. Estando en la Universidad un compañero de Educación Física trabajaba en un colegio entrenando en baloncesto y me dijo que necesitaban alguien para el balonmano. Mi trayectoria hasta entonces en balonmano era la de un jugador mediocre, pero interesado mucho en el deporte. A partir de ahí me entusiasmó conocer este deporte de la mejor forma posible y me enamoré de él, aunque, claro está, respeto y aprendo de todos los demás deportes.

--Comenzó su etapa de entrenado en el Colegio Nuestra Señora del recuerdo. Posteriormente entrenó a los jugadores del Atlético de Madrid. ¿Qué es más fácil entrenar a los niños o a las personas adultas?

--Es absolutamente diferente. Siempre digo que la formación no acaba nunca, aunque apostillo que la formación tiene diferentes etapas, cada una de ellas con objetivos distintos. Yo diferencio claramente entre enseñar balonmano y entrenar balonmano. En la formación el objetivo es enseñar y en la alta competición no. La presión y la relación con los medios de comunicación se produce en esta última modalidad. Eso conlleva distintas peculariedades. En el Atlético de Madrid yo me consolidé como entrenador en una lucha permanente por no cometer errores.

--Estuvo en el Atlético de Madrid en dos etapas...

--La segunda fue circunstancial. Yo venía de estar cuatro años con la Selección Española. Coincidió que el presidente, Jesús Gil, quería recuperar el balonmano para el club, pero aquello fue un planteamiento falso, que duró año y medio. Mi gran etapa en el club fue de 1971 a 1985.

--¿Cómo vivió la experiencia de ser entrenador de la selección nacional?

--Fue apasionante. La selección caminaba ya hacia arriba. Había ´pasado el Rubicón´ de los momentos de segundo nivel. Gracias a una generación extraordinaria dimos un paso cualitativo. La generación previa a los Juegos Olímpicos del 92 abrió camino con excelentes resultados.

--En 1995 usted vuelve a ser nombrado seleccionador nacional y a partir de este momento se inicia una etapa llena de triunfos...

--Sí, con una generación de jóvenes que suponía la consagración en la élite. Esta segunda etapa tuvo cuatro años maravillosos donde conseguimos las medallas más importantes para el balonmano español. En esa generación estaban Enric Masip o Iñaki Urdangarín, por citar a algunos. Conseguimos medallas en el ciclo de las Olimpiadas de Atlanta y Sydney. A partir del año 2000 acabé mi periodo en el equipo nacional. Tras un par de años de descanso apareció la aventura maravillosa del Balonmano Ciudad Real, para consolidar un club que actualmente lleva el mando del balonmano español. Ha sido la etapa más profesional de mi vida como entrenador.

--Como entrenador del Ciudad Real ha visto como un club de una cuidad pequeña logra casi todo en Europa. ¿Podría darse un caso similar en Extremadura?

--Naturalmente que sí. Actualmente el triunfo en un deporte no se vincula con la tradición de una ciudad, sino con las estructuras profesionales que pueda tener un club. En el caso de Ciudad Real el apoyo, la constancia y la entrega del presidente Díaz de Mera fueron el elemento catalizador. El impacto presupuestario no era negativo para la estructura empleada. A mí me tocó el trabajo técnico con jugadores que el club ponía a mi disposición. En este caso, contaba con la suerte de tener un patrocinador extraordinario.

--¿Cuáles han sido sus aportaciones como presidente de la Real Federación Española de Balomano?

--El objetivo es consolidar al máximo la estructura de la Federación hacia un marco más profesional acorde a sus posibilidades. Trabajo con el Consejo Superior de Deportes de cara a la futura Ley del Deporte Profesional.