No cabe duda de que la calidad de vida aumenta en nuestra sociedad y esto tiene repercusión en las personas mayores de nuestro país. Muchos de nuestros ancianos envejecen mejor retrasando la aparición de discapacidades. Pero éstos avances no evitan que el mero trascurso del tiempo o la aparición de enfermedades hagan necesario que muchos de ellos requieran de ayudas para el desarrollo de su vida diaria. Un establecimiento de ortopedia ofrece numerosas soluciones a aquellas personas mayores que requieren asistencia por parte del técnico en ortoprotésica.

Conforme a la Encuesta de Discapacidad, Autonomía personal y situaciones de Dependencia (EDAD) del año 2008, siete de cada diez personas con discapacidad del colectivo de 80 y más años ve afectada su movilidad, vida doméstica o autocuidado. La restricción de desplazarse fuera del hogar repercute en dos de cada tres personas con problemas de movilidad.

Las mujeres son además el grupo que presenta mayores tasas en todos los tipos de discapacidad que los hombres.

Los principales grupos de discapacidad de las personas de seis y más años residentes en hogares son los de movilidad (que afecta al 6,0% de la población), vida doméstica (4,9%) y autocuidado (4,3%). De hecho, más de la mitad de las personas con discapacidad tienen limitaciones en su actividad debido a alguno de estos tres motivos. Para el grupo de 80 y más años estos tres principales grupos de discapacidad afectan a siete de cada 10 personas con discapacidad.

En cambio, las discapacidades de movilidad, vida doméstica, visión y audición incrementan su presencia a medida que aumenta la edad.

Ya sea en el domicilio o en un centro geriátrico las personas mayores con dificultades pueden recibir ayudas externas para mejorar su vida diaria. Un técnico ortoprotésico profesional es el mejor asesor para elegir correctamente los productos de apoyo que con toda seguridad facilitará el día a día y las labores diarias en caso de incapacidad temporal o permanente. Algunos ejemplos de éstos productos pueden ser los colchones antiescaras, los andadores y las sillas de ruedas.

COLCHONES ANTIESCARAS La estancia durante largos periodos de tiempo en la cama puede hacer aparecer úlceras en la piel. Las úlceras por presión o escaras son heridas que aparecen en la piel que cubre las prominencias óseas al soportar una presión externa, debidas a una presión continuada sobre estas prominencias que interfiere con la buena circulación sanguínea y nutrición de los tejidos, evolucionando hacia la necrosis y ulceración de los mismos.

Uno de los factores que pueden ayudar a su prevención son los colchones antiescaras.

Existen multitud de tipos; su función es disminuir la presión de las zonas de apoyo, estando indicado en enfermos inmovilizados que además pueden presentar: Hipertermia (sudoración), incontinencia vesical (y/o fecal), alteraciones del riego sanguíneo, alteraciones del aparato locomotor (fracturas) y problemas neurológicos.

TIPOS DE COLCHON

Aire. Son de cloruro de polivinilo, material flexible, blanco o transparente, poseen unos conductos que se inflan, de forma alternativa cada dos o tres minutos, con un compresor que funciona conectado a la red eléctrica. Esto evita que la presión sea constante sobre las mismas partes del cuerpo, alivia la presión capilar y mejora el riego sanguíneo.

Agua. Son de material plástico con agua caliente a 37º para conseguir una eficaz terapéutica de flotación, de acuerdo al peso del paciente, evitando al mismo tiempo, la sensación de frío (al no disminuir la temperatura corporal).

Espuma. Formados por tres módulos de espuma, cortado en 48 bloques (total 144 bloques). Se colocan sobre el colchón ordinario. De gran resistencia al formol y alcohol de 900 y se esterilizan en autoclave.

Ventajas de los colchones antiescaras: La alternancia en el inflado, la presión en los puntos de apoyo, mejora el riego sanguíneo, favorece la curación de las lesiones por presión, proporciona comodidad al paciente, se adaptan bien a la cama y permiten cambios posturales

ANDADORES Los aparatos que ayudan a caminar son muy importantes ya que contribuyen a que muchos adultos mayores mantengan su movilidad.

Un andador puede ofrecer seguridad, tranquilidad y confianza a la hora de moverse en su entorno, potenciar autonomía y ayuda a mantener la libertad de desplazamiento garantizando una vida más saludable.

Hay muchos tipos de andadores y a la hora de adquirirlos hay que tener en cuenta las indicaciones del ortopeda profesional ya que la edad, condición física del usuario y la movilidad serán factores a tener en cuenta.

SILLAS DE RUEDAS Una silla de ruedas debe tener como objetivo permitir al usuario la máxima funcionalidad, comodidad y movilidad. Para cumplir con este objetivo, la silla debe estar pensada para ajustarse a la persona, no es la persona la que debe amoldarse a su silla. Si se escoge una silla de ruedas no apropiada, puede resultar incomoda o por ejemplo tener un asiento en el que el usuario resbale hacia delante o se incline hacia un lado.

El resultado será que la energía del usuario se malgastará de manera innecesaria debido al esfuerzo continuado por modificar su postura. Una silla de ruedas inapropiada puede incluso provocar una discapacidad extra. A menudo se considera que lo que más afecta a la maniobrabilidad de la silla son su peso y el material con el que esté hecha su estructura. Sin embargo, hay factores más importantes como el asiento y la postura que de él se derive, la distancia entre ejes de las ruedas, la posición y el tamaño de las ruedas, incluso la forma en que la silla ha sido ajustada o montada, que pueden influir decisivamente en la funcionalidad y movilidad del usuario.

Por todo ello es muy importante asesorarse convenientemente en la ortopedia donde se adquiera éste producto de apoyo.