Recibir hace ahora 12 meses el Premio Empresario del Año 2016 me ha permitido reflexionar sobre el significado de esa palabra, máxime cuando ese mismo año, pocos días antes, había tenido la ocasión de celebrar el 10º Aniversario de Instituto Neofacial ante un público similar y gran parte de las mismas personalidades. El término empresario está cargado de connotaciones que, dependiendo de quien lo emplea o a quien se refiera, puede evocar valores positivos o negativos, admirables o detestables. Quizás por eso quise de modo inconsciente dejar claro en mi intervención que me sentía ante todo cirujano. Quizás fue un mensaje tranquilizador a aquellos pacientes actuales o futuros que podrían preguntarse: ¿Quiero que me opere un empresario o un cirujano? Y que podrían responderse rápidamente: “¡Obviamente, un cirujano!”. ¡Como si ambas condiciones fuesen excluyentes! Hoy, un año después, el Periódico Extremadura me brinda una segunda oportunidad que aprovecharé agradecido para desarrollar un poco más el concepto.

Ser empresario es, ante todo, una vocación. Somos empresarios todos aquellos que en un momento de nuestra vida apostamos por no conformarnos con ser trabajadores por cuenta ajena o funcionarios y, teniendo una visión, nos lanzamos a ponerla en práctica asumiendo riesgos y sobrecostes vitales en dedicación, problemas e incertidumbres. Por tanto, ser empresario es en primer lugar ser VALIENTE e INCONFORMISTA. Pero ya lanzados a la tarea, con nuestro capital en juego y el sustento de varias familias dependiendo de nuestras decisiones, pronto aprendemos a sopesar riesgos y expectativas con un sentido de la realidad que, lejos de paralizarnos, nos ayuda a encontrar el camino y a perseverar cuando aparecen los problemas o las equivocaciones. Por tanto, ser empresario también es aprender a ser PRUDENTE, REALISTA y OPTIMISTA. Y cuanto más crecemos más hemos aprendido a defendernos de la competencia con la diferenciación y con el trabajo bien hecho. Ya tenemos claro por qué un cliente debería acudir a nosotros y no a alguno de los cientos de competidores que nos rodean. Hemos encontrado en qué somos únicos y hemos aprendido a no conformarnos con el trabajo hecho a medias. Por tanto, ser empresario es verse obligado a ser REFLEXIVO y PERFECCIONISTA. Por último, todo aquel que en algún momento ha sido emprendedor, autónomo o empresario conoce perfectamente la capacidad de consumo de tiempo y dedicación que es capaz de ocasionar esa ocupación, que absorbe nuestros pensamientos a tiempo completo y muchas veces condiciona el resto de actividades de nuestra vida y de nuestra familia. Sin esa forma de dedicación es difícil hacer progresar nuestra empresa. Ser empresario es por tanto estar COMPROMETIDO con la empresa. Esta es a mi modo de ver la combinación mágica que lleva las empresas al éxito. La que hace del empresario un buen empresario o favorece que tenga suerte, como seguro dicen algunos de sus amigos o de sus competidores, o que gane la batalla antes de librarla, como escribía Sun Tzu.

Por desgracia, los empresarios no siempre somos vistos de esa forma por la población. Existen de forma generalizada dos etiquetas implícitas a la condición de empresario, que actúa como una alerta que cuestiona permanentemente la legitimidad de nuestras intenciones. Una de ellas es que nos movemos por dinero y donde no hay dinero no vamos. La otra es que, si tenemos que elegir entre lo adecuado para el cliente o lo rentable para la empresa, elegiremos siempre lo mejor para la empresa. ¿Qué decir a estas acusaciones? Hoy día es difícil hacer sostenible ese tipo de conducta. En una sociedad en la que todo se conoce a la velocidad de un click y en la que las malas noticias vuelan a mayor velocidad es fácil identificar las empresas que tienen un código de buenas prácticas y una necesidad de sostenibilidad, con compromiso de resultados y dedicación, de aquellas sin principios éticos solamente dedicadas al dinero fácil y rápido. Por este motivo, ser empresario es verse obligado a ser ÍNTEGRO. Si alguien que está empezando con su empresa o que se está planteando montar una empresa me preguntara sobre la principal cualidad que debe tener el empresario le hablaría de la importancia de diseñar una empresa sostenible unificando los intereses del cliente, del trabajador, de la empresa y de la sociedad. No puede haber una empresa sostenible que no se preocupe de ello. Hoy día es necesaria la evolución de la empresa desde el modelo puramente productivo a una integración voluntaria en la realidad social, económica y ambiental, que afecta a todos sus procesos y a sus relaciones con sus trabajadores, clientes, proveedores y con la sociedad en general. Debemos ser RESPONSABLES con todos ellos. Esa responsabilidad significa preguntarnos: ¿Cómo contribuimos a crear un mundo mejor?.

Para terminar, me gustaría resaltar estas dos últimas cualidades por encima de todas las demás. La INTEGRIDAD y la RESPONSABILIDAD de la persona son las que marcan la auténtica diferencia en el sentido y en la repercusión de nuestras actuaciones y, unida a ellas, la tercera cualidad imprescindible del empresario: el LIDERAZGO. Es la capacidad de inspirar a los demás, de tener la visión de a dónde ir y a dónde no ir. La habilidad de potenciar las capacidades de cada miembro del equipo y la capacidad de cohesionar el grupo de personas que trabajan juntas y convertirlas en un equipo de personas que colaboran hacia un mismo fin, primando la grandeza y la perdurabilidad sobre la mera efectividad o eficiencia productiva, creando riqueza social más allá de simples beneficios. Hace un año decía sentirme ante todo cirujano. Hoy, sin haber dejado de sentirme así y trabajar cada día como tal, he querido transmitir sin complejos los valores del empresario que también soy, como principios en los que creo y con los que trabajo cada día intentando combinarlos y ponerlos en práctica, unos días mejor y otros días peor. Para mí, esa forma de vida es el VERDADERO ÉXITO.