Un año más llegan los premios acertadamente organizados por el PERIÓDICO EXTREMADURA, los premios Turismo Extremadura, que ponen encima de la mesa la importancia que tiene este sector económico para nuestra comunidad autónoma. Un sector que vemos cómo en los últimos años arroja unas cifras de crecimiento muy importantes y que vienen a consolidar lo que muchos pensamos, y es que se trata de un sector de gran potencial para una región como la nuestra, con un rico patrimonio natural, cultural y acervo tradicional que junto con nuestra gastronomía y nuestras gentes hacen de Extremadura un destino de primera magnitud.

Es cierto que nos queda mucho camino por andar; tenemos un déficit manifiesto en nuestras comunicaciones que dificulta la llegada de determinados segmentos de turistas, especialmente los extranjeros: la necesidad de mejora de las conexiones aéreas y el tren es irrenunciable. Una necesidad de mejorar nuestro capital humano, con mejor formación y capacitación para prestar un servicio no solamente bueno, sino excelente. Una continua y decidida apuesta por la promoción de nuestros destinos, especialmente aquellos que cuentan con el máximo potencial, centrando los esfuerzos en lo relevante y no en lo accesorio o testimonial del café para todos.

Desde el Valle del Jerte estamos muy orgullosos de escribir estas líneas como ganadores del Premio Turismo Extremadura en su primera edición y también, por ser uno de los destinos más importantes de nuestra región. Y es aquí donde quiero centrar el fondo de este artículo, en cómo gracias a los agricultores, que durante generaciones nos hemos dedicado a esculpir las laderas de nuestro escarpado Valle, hemos creado un paisaje de bancales de cerezos que nos permitió tener un recurso único como es el Cerezo en Flor, a partir del cual hemos generado un sector económico de gran valor para la comarca que va mucho más allá de la primavera, porque el Valle “está abierto todo el año”.

Es ahora cuando ese esfuerzo de generaciones se está viendo recompensado, no sólo por la riqueza que genera, también por los intangibles que implica para nuestros productos agrarios, ayudando a consolidar la marca de calidad que se asocia a nuestras cerezas, picotas, castañas, etcétera. El turismo hace que nuestros productos sean más competitivos, más conocidos, mejor posicionados, porque el reto es convertir en prescriptores de todo lo que supone el Valle a las miles de personas que cada año se “pierden” por los rincones mágicos de la comarca.

La agricultura y el turismo, el turismo y la agricultura, un maridaje imbatible que tenemos que saber explotar de forma conjunta, generando sinergias que sumen. Que seamos, entre todos, capaces de sacar el máximo rendimiento social y económico a esta unión tan necesaria para garantizar un futuro mejor para nuestros hijos, que sirva de palanca para generar puestos de trabajo que fijen la población y nos aporten seguridad.

Es nuestra responsabilidad estar preparados para el mañana, y el turismo y la agricultura del Valle del Jerte hacen un tándem increíble. Aprovechémoslo.