c ada persona de éxito sabe que su logro depende de una comunidad de personas que trabajan juntas”. Esta frase, del político estadounidense Paul Ryan, también tiene su reflejo en el mundo empresarial porque solo desde la unidad y el trabajo en equipo se puede crear un tejido productivo fuerte y competitivo.

La Confederación Regional Empresarial Extremeña, que ya cuenta con 33 años de vida, siempre ha defendido la iniciativa privada y la economía de mercado. Y siempre desde la seguridad de que sólo con la suma de fuerzas -las de las organizaciones y asociaciones miembros- se pueden llevar a cabo grandes iniciativas en beneficio de las empresas y autónomos, y en definitiva, en beneficio de nuestra sociedad.

De hecho, la voz de la CREEX es la suma de la voz de todos sus miembros y todos trabajamos por un objetivo común: crear el mejor escenario que nos permita defender y fomentar la iniciativa privada en Extremadura porque hoy es el único sistema que puede garantizar la prosperidad y el desarrollo de todos los extremeños y extremeñas.

Las empresas nos encontramos ante importantes retos impuestos por el mundo globalizado en el que vivimos y que, diariamente, ponen a prueba nuestra supervivencia. Retos a los que, debido al reducido tamaño de los negocios en nuestra Comunidad Autónoma, es complicado estar preparado y, en muchos casos, superar.

Sin embargo, son desafíos a los que unidos somos capaces de enfrentarnos porque cuanto todos remamos en una misma dirección somos más competitivos y valientes y tenemos la suficiente fuerza para reivindicar aquello en los que creemos y que se nos escuche. Y para hacer realidad cualquier iniciativa o proyecto que en solitario parecía inalcanzable.

Pero la importancia del asociacionismo empresarial va más allá de convertirse en un agente reivindicativo o defensivo ante las Administraciones u otras organizaciones sociales. En una economía de escala planetaria, el asociacionismo permite, también desde Extremadura, identificar oportunidades de inversión, de progreso y de éxito y, con ello, conseguir el bienestar que todos deseamos y nos merecemos.

No obstante, y por paradójico que pueda parecer, esta defensa conjunta de unos intereses que son comunes y este esfuerzo por lograr una prosperidad económica, y con ella también social, la acometemos desde un respeto profundo y convencido del individualismo y la libre iniciativa.

Tras haber superado una de las peores crisis económicas a las que se ha enfrentado el mundo moderno -aunque lamentablemente aún no hemos sido capaces de recuperar los niveles de riqueza previos a 2008- los empresarios debemos encarar hitos significativos y cruciales. Algunos de ellos son comunes a todas las empresas del mundo, como la revolución digital, la innovación o la igualdad de género. Otros son peculiares de Extremadura: el déficit en infraestructuras, el cambio de modelo productivo, la despoblación del mundo rural, la presión fiscal y las cargas administrativas.

Según el Instituto de Estadística de Extremadura, el 90% de las empresas de nuestra comunidad autónoma tiene menos de 10 trabajadores. Es decir, la mayoría son micropymes y pequeñas y medianas empresas que, más allá de sus particularidades, tienen las mismas reclamaciones que las grandes corporaciones en cuanto a la necesidad de contar con un escenario administrativo, económico y social que les permita ejercer su actividad e inversiones de la forma deseada, pero siempre respetando las reglas del juego.