Cuenta Jaime Alguersuari, de los poquísimos enfermos que aún sueña con organizar el evento de su vida, después de inventar, con su amigo Juan Porcar, los mil y un milagros, que un día, mientras Marc Márquez sorprendía al mundo con sus prodigiosas actuaciones en su debut en el Mundial de MotoGP, hasta conseguir convertirse en el campeón del mundo más joven de la historia (en sustitución del mítico norteamericano Freddie Spencer), recibió la llamada del nen de Cervera.

“Me gustaría organizar una fiesta en el Palau Sant Jordi, poco antes de Navidad, para celebrar, en una carrera de tierra, de dirt-track, la conquista del título, porque me encantaría compartir esta alegría con los aficionados”, fue la sugerencia, a finales de 2013, de Márquez. “Me gustaría que viniesen los mejores del mundo”, añadió el piloto. “Ya, Marc, pero es que los mejores son norteamericanos y esos te pasarán por encima”, fue el vaticinio de Alguersuari, pensando en el monstruo yankee Brad Baker. “¿Qué me pasarán por encima?, ¡tú, tráelos!”, sentenció Márquez.

LA MAGIA DEL DERRAPAJE

Vino Baker. Y perdió. Y ganó. Y hasta se lesionó, persiguiendo a Márquez. Y ahí están, de nuevo, los dos monstruos, del mundo y de USA, rodeado de amigos y congregando esta tarde-noche en el Sant Jordi, convertido en el más espectacular de los ovales de tierra (27 carreras a tope), a los auténticos apasionados de la velocidad, de la magia del derrapaje (no deberían perderse al japonés Masatoshi Ohmori, que casi acuesta su moto sobre la pista, o al joven catalán Ferrán Cardús, en el concurso de plegadas).

“Todo arrancó como una fiesta, como un encuentro entre amigos, como una manera, hermosa, de compartir con los aficionados que nos siguen todo el año, nuestra manera de entender este deporte, que es divirtiéndonos juntos”, explica Márquez, que ha estado entrenándose estos días en Rufea, con el resto de colegas del Superprestigio. “¡Claro que quiero ganar!, pero esta es una especialidad en la que cuenta mucho la experiencia y conocer muy bien los trucos de cómo se es más veloz, si derrapando mucho, si corriendo por la cuerda, si abriéndote y cerrándote rápido…no sé, en eso Baker es un auténtico maestro. ¡Él sí vive de esto!”

PRACTICANDO CON ROSSI

Baker, que lleva casi un mes en Barcelona preparando esta carrera, está tan feliz, que hasta duda en regresar a EEUU. “Bueno, bueno, no tanto, pero puedo asegurarles que es muy difícil encontrar un ambiente más motard que el que se vive en Cataluña y, por supuesto, compartir, no solo entrenamientos sino la vida diaria, con colegas, que me están enseñando el país, sus costumbres, su deliciosa comida y su pasión por las carreras”, relata Baker, que, en USA, corre para la mítica y prestigiosa Harley Davidson y, en el Sant Jordi, pilotará una Honda.

La estrella del dirt-track norteamericano ha dado un salto a Italia y hasta se ha entrenado en el rancho de Valentino Rossi. Y, claro, cuando le preguntas quien es mejor, deslizándose sobre el barro, si el Doctor o el nen de Cervera, Baker asegura que “los dos plasman sobre la tierra su estilo de MotoGP, porque Rossi es fino y experto, mientras que Márquez es muy agresivo y pasional, lo que, a menudo, no liga con avanzar y ser veloz en la pista. En dirt-track, a veces, se avanza más siendo menos espectacular. Diría que Marc sería más eficaz sobre la tierra si hiciese lo que ha hecho este año en MotoGP para repetir título: ser un poquito menos agresivo y más cerebral”.