La eliminación en octavos y una sola victoria en cuatro duelos someten a revisión el estilo «innegociable» con el que España encaró el torneo, con el ejemplo de los años de triunfos pasados, pero sin acercarse a él ni en la profundidad, la pegada y la determinación. España no ha sido España. No hubo ni rastro de la campeona en una competición a la que llegó como aspirante y de la que se va con el fracaso en la mochila, zarandeada por los resultados y por las sensaciones, tan cerca del precipicio en la primera fase que cayó al abismo inmediatamente después contra Rusia.

Irreconocible en casi todos los encuentros, menos un rato contra Portugal por cómo reaccionó contra las adversidades, su fórmula con el balón, el estilo al que tanto ha apelado frente a las críticas en el Mundial 2018, no ha funcionado en el resto de momentos del torneo. Ni contra Irán ni contra Marruecos ni contra Rusia.

La pelota, el motor sobre el que sustenta su fútbol la selección española, ha sido un objeto prácticamente inútil para el equipo en Rusia, atascado constantemente en cada entramado defensivo y contra las cuerdas por los contragolpes rivales, las dos fórmulas repetitivas que se ha encontrado en cada paso por la competición.

SIN FÚTBOL / Sin imaginación, sin precisión, sin remate, el balón nunca fue ese arma incontestable de España que no admitía dudas para nadie, ni para él ni para el padecimiento rival, en la Eurocopa de 2008 y en la de 2012 o en el Mundial de Suráfrica 2010, porque la acompañó de profundidad, ocasiones, goles, velocidad, desmarques y de todas las condiciones para transformarla en un argumento irrebatible.

De sus siete tantos en el torneo, incluso, solo uno ha respondido a las características que asume como propias; a la combinación y finalización en los últimos metros: el empate a uno contra Marruecos, cuando Iniesta, Diego Costa e Isco conectaron y desbordaron a su adversario en el gol del madridista.

RÉCORD DE PASES / El resto han respondido a otras destrezas: la pelea y la habilidad para encontrarse un hueco de Diego Costa después de un centro largo; la estrategia a balón parado, con tres ejemplos, uno de ellos en propia puerta el ante Rusia; un rebote, en el 0-1 a Irán, y una volea excepcional de Nacho Fernández ante Portugal.

Unos recursos diferentes al cansino, lento y previsible movimiento del balón con el que ha marcado un ritmo anodino España. Frente a Rusia, conectó 1.031 pases, un récord en el torneo. Y en los cuatro partidos, nadie ha mantenido tanto la posesión, con 175 minutos y 32 segundos, ni nadie ha recorrido más kilómetros con ella, 234,74, que ‘la Roja’, aunque ha sido más que insuficiente.

Nadie ha dado tampoco tantos pases como ella, 3.120, por encima en más de mil de la siguiente selección en esa ránking, Argentina, con 2.012. Alemania, que también propone un estilo similar a España, ha dado 1.790 en tres encuentros. Las tres están ya fuera del Mundial de 2018. Ninguna ha avanzado ni siquiera a cuartos de final.

El equipo español (70) y el germano (67) también han insistido más que nadie en el tiro, una veintena entre los tres palos, y han generado más opciones ofensivas que nadie, 75 de Alemania y 68 de España, pero sin pegada, sin la eficacia indispensable que requiere cada victoria, incluso sin tanta ocasión como exige tanta posesión.

«No les puedo hacer ningún reproche, han salido 15 jugadores que se han dejado la vida, con defectos y fallos, pero sin ningún reproche. Se han entrenado como nunca había visto en mi vida, han convivido como nunca antes había visto. Pero esto es fútbol. Hemos tenido más posesión, hemos estado más veces al área, hemos tenido 18 tiros... En estos momentos se necesita efectividad», lamentó Fernando Hierro después de la derrota en los penaltis contra Rusia.

Es una tendencia. De las cinco selecciones actualmente con más volumen con el balón en este Mundial, solo Croacia sigue adelante. Y de las cinco con más pases completos, solo permanece Brasil. Las cuatro eliminadas tanto en un caso como en otro son España, al frente de las dos estadísticas, Argentina, Alemania y Portugal.

LA PREPARACIÓN DEL RIVAL / Todos esos números invitan a una reflexión sobre el estilo que ha propuesto España en Rusia, también porque los rivales ya lo conocen al milímetro y se preparan para combatirlo. Por eso había trabajado otros registros. Julen Lopetegui, seleccionador hasta dos días antes del debut, había insistido en este proceso de dos años en el robo de balón, la salida rápida y la presión arriba.

No es un debate nuevo en la selección española. El 27 de junio deL 2016, por ejemplo, a raíz de la anterior decepción en un gran torneo, la eliminación en los octavos de final de la Eurocopa de Francia ante Italia, Piqué puso el tema en discusión. «Pese a que queremos mantener el estilo la realidad es que no somos tan efectivos en la forma en la que creíamos que debíamos jugar», dijo entonces. Dos años después, la sensación es la misma.