BRASIL - 3: Julio César; Maicon, Lúcio, Juan, Michel Bastos; Gilberto Silva, Ramires, Daniel Alves; Kaká (m.81, Kleberson); Robinho y Luis Fabiano (m.76, Nilmar).

CHILE - 0: Claudio Bravo; Mauricio Isla (m.62, Rodrigo Millar), Pablo Contreras (m.46, Rodrigo Tello), Gonzalo Jara, Ismael Fuentes; Arturo Vidal, Carlos Carmona, Jean Beausejour; Alexis Sánchez, Humberto Suazo y Mark González (m.46: Jorge Valdivia).

GOLES: 1-0, m.35: Juan. 2-0, m.38: Luis Fabiano. 3-0, m.59: Robinho.

ARBITRO: Howard Webb, de Inglaterra. Amonestó a Kaká, Vidal, Fuentes, Ramires y Millar.

Brasil ya está donde le corresponde, instalada entre las ocho mejores y con muchas papeletas para presentarse en la final del 11 de julio en el Soccer City. Si muestra la misma contundencia y pegada que exhibió ayer ante Chile, será difícil que alguien puede detenerla (3-0).

La canarinha ha puesto la directa hacia el título, una obsesión que persigue a todos los brasileños, que llevan el triunfo en los genes, empezando por su seleccionador, el controvertido Carlos Dunga. Quizás ha llegado el momento de valorar el trabajo del sargento de hierro, un tipo áspero y antipático pero tremendamente eficaz desde el banquillo. Puede que Brasil no enamore, pero es fiable, sólido y letal, cualidades suficientes para alcanzar la gloria.

Más de uno había especulado con una posible sorpresa en el duelo suramericano. La selección de Bielsa había maravillado con un juego eléctrico y agresivo en la primera fase, pero la pentacampeona no se dejó intimidar. Es mejor y punto. Por mucho que puedan agradar los planteamientos del Loco y su ambición, hay cosas que no se pueden entrenar. La calidad se tiene o no se tiene. Y a Brasil le sobra.

El talento, unido a la mentalidad indestructible que ha instaurado Dunga, hacen de Brasil un equipo temible. Puede que no tengan la plasticidad de épocas pasadas, pero su fortaleza física y técnica es superior a la de casi todos sus rivales. Defiende sin fisuras y no falla en ataque. Nada de toquecitos ni fantasía. En el Brasil de Dunga se mira a puerta. Cuanto más directo, mejor. A más eficacia, más felicidad. Pura pegada.

Como es habitual, Chile comenzó sin complejos. Su técnico siempre plantea los encuentros bajo una consigna: matar o morir. Pero la batalla contra España dejó a la Roja suramericana muy mermada. Tres bajas por sanción, como las de Medel, Ponce y Estrada, son demasiadas.

ALVES, TITULAR A Brasil, en cambio, le faltaba Melo y entró Ramires. No estaba Elano y jugó Alves. Cambios con los que seguramente salió ganando, todo lo contrario que su rival, que se desmoronó por la vía rápida. La derrota ante la eurocampeona tuvo consecuencias terribles para la integridad de los chilenos.

El fuego de los chicos de Bielsa se apagó en nada. El terrible frío del Ellis Park congeló las ideas de un equipo que había entusiasmado por el ritmo vertiginoso de sus acciones. Ayer, ni rastro. Luis Fabiano (m. 5) y Gilberto Silva (m. 9) ya dejaron claro que era la noche de Brasil. El póquer ofensivo, formado por Alves, Kaká, Robinho y Luis Fabiano, empezó a generar la confusión entre sus rivales.

Pero en este Brasil son tan peligrosos los centrales como los delanteros. Lúcio (m. 27) reclamó un claro penalti y Juan adelantó a la canarinha con un cabezazo soberbio en un córner lanzado por Maicon (m. 34). Sin apenas tiempo para reaccionar, una triangulación perfecta entre Robinho, Kaká y Luis Fabiano acabó con una gran asistencia del madridista al goleador sevillista, que firmó su tercer tanto en el torneo (m. 38).

PURA DINAMITA El esquema de Bielsa saltó por los aires en un santiamén. Brasil es pura dinamita y contra eso no hay plan que valga. Bielsa intentó la reacción con un doble cambio en el descanso, pero Dunga cerró con llave su defensa. A la hora de juego se repitió la misma historia. Ramires recuperó un balón en el centro del campo, corrió como un gamo hacia la portería y cedió a Robinho, que marcó su séptimo gol en los seis últimos enfrentamientos con Chile. Brasil ya espera a Holanda, dos clásicos con filosofías renovadas.