¡Quién esté libre de culpa en Suráfrica, que tire la primera piedra! Y si no que se lo pregunten a España, que ve el partido del lunes ante Honduras como la primera final del Mundial cuando no lleva ni una semana en la competición. Y si no que se lo pregunten a los "impostores" de Francia, como los calificó ayer el diario galo L´Equipe , haciendo ya las maletas para volver a casa sin apenas haber conocido el continente negro. Ni siquiera Alemania, la nueva y elogiada Alemania de zil, Müller y compañía, queda libre de pecado.

La Serbia de Antic no solo le gano, con un discutido arbitraje del español Undiano Mallenco (expulsó de forma rigurosa a Klose y no vio un penalti en el tiempo añadido), sino que también le ha complicado la vida. Depende ahora de Ghana. Y de ganar a Ghana para no irse a casa.

Tampoco se salva Inglaterra, que tras empatar a uno con Estados Unidos, regalo de Green incluido, ayer no fue capaz de marcar a Argelia, que incluso en algunos momentos tuvo contra las cuerdas a los de Capello.

No hay nada fácil en un Mundial y para empezar Eslovenia, el país más pequeño (dos millones de habitantes), estuvo a punto de colarse ayer en los octavos de final cuando disponía de un cómodo 2-0 sobre Estados Unidos, pero se dejó empatar en un entretenido partido, que incluso pudo perder porque el árbitro anuló un gol legal al equipo norteamericano.

Ganar confianza

Otra prueba más de que un despiste te cuesta carísimo. España sirve como el mejor ejemplo. Vino como una de las grandes favoritas --¡cómo no iba a serlo si lucía orgullosa y feliz la justa corona de campeona de Europa-- y ahí anda, en el sosiego y la tranquilidad que le proporciona el anonimato de Potchefstroom, lamiéndose las heridas que le dejó Suiza. Intentando, sobre todo, España reencontrarse consigo misma. Con un pivote defensivo o con dos. Con Cesc o si Cesc. Con Navas o sin Navas. Con los goles de Villa, Torres o hasta de Llorente. Da igual. España tiene recursos, talento suficiente y carácter --es un grupo ganador-- para salir del gran lío en que ella misma se ha metido.

Lo mismo debe pensar Alemania después de encallarse, con 10, eso sí, ante Serbia. El empuje y orgullo teutón no sirvió de nada en esta ocasión, mientras cruza los dedos para que el miércoles frente a Ghana no lamenten el penalti errado por Podolski. Aquí nada es tan sencillo como parece. Hay algunos, como Italia, que se preocupan más de la desgracia ajena que de ellos mismos, temerosos como están de perder para todo el Mundial a Buffon, su portero fetiche, por una lesión en el nervio ciático. Los italianos festejaron la derrota española porque así evitarían un nuevo cruce en cuartos. Sin pensar acaso que la selección de Del Bosque ha cometido un grave error, pero no se ha despedido del torneo. Hasta puede ser primera ganando sus dos finales.

Tan solo Argentina puede estar tranquila, mirando ufana el paisaje comprometido en que se han colocado algunas favoritas. ¿Brasil? No tanto, pese a que comenzó con victoria, pero una selección donde vale más la zancada de Maicon que el talento de Kaká tiene un problema. Igual con los bicicletas de Robinho no le basta para llegar a la final. Y en Argentina, Maradona ha entendido finalmente a Messi, que lleva dos partidos deslumbrantes en Africa.