El txupinazo , recordando las fiestas pamplonicas de San Fermín, fue el aviso para que el tiempo se detuviera durante cerca de dos horas en todo el país. Miles de seguidores se congregaron en plazas y bares entorno a una televisión para seguir un momento histórico para la selección española.

En Madrid, 20.000 incondicionales se reunieron en el entorno del Santiago Bernabéu para acompañar a La Roja en una imagen que se repitió en las principales ciudades del país, aunque en menor número. Como una sola voz, todos los aficionados corearon la alineación inicial en la que Vicente del Bosque había incluido a Pedro para conseguir más ataque por la banda izquierda.

Los aficionados de todo el país mostraron mucha lucha ilusión y confianza. "Va a ser complicado pero luchando lo conseguiremos", comentaba en Madrid minutos antes del duelo Manuel Martín, que junto a su mujer y su hija pequeña acudían a ver el encuentro en las pantallas gigantes con la cara pintada.

El equipo español comenzó el encuentro atacando, sin complejos y con el objetivo de marcar. Precisamente Pedro era quien más peligro creaba desequilibrando por la banda izquierda y permitiendo a Villa jugar más en el centro.

Los fieles de seguidores de la selección observaban cómo se acercaba el descanso y pese a disponer de ocasiones no acababan dentro de la portería germana. Sus caras reflejaban pánico cada vez que la selección teutona rondaba la meta defendida por Iker Casillas. Sin embargo el guardameta madrileño tranquilizaba una y otra vez con sus intervenciones mostrándose infranqueable.

"Tenemos que cerrar el partido cuanto antes", comentaba Javier Rodríguez, estudiante de Bachillerato, con el que coincidían sus compañeros, conscientes del riesgo que supone jugarte el pase a la final en la prórroga o a penaltis.

Comenzaba la segunda mitad y seguían incombustibles los jugadores de Del Bosque. Varios disparos rondaron la meta defendida pero sin duda la doble ocasión de la que dispusieron en el minuto 57 fue la que volvió a levantar el ánimo de la marea roja .

Todo hacía presagiar la consecución de un gol y así fue. Puyol se encargó de lograrlo en el minuto 73, al rematar de forma excepcional un preciso saque de esquina. La alegría inundó todo al instante, banderas al aire y gritos de alegría para celebrar el gol que pone a los españoles en la gran final del Mundial.

Hubo explosión de júbilo cuando el árbitro señaló la conclusión del partido con el que España logró hacer historia al clasificarse para la final de un Mundial. La fiesta se desató, las fuentes se llenaron, los cláxones empezaron a sonar sin parar y la alegría se desbordó. "España ha hecho historia y hay que celebrarlo. Lo del domingo será fantástico, pero esto no lo olvidaremos", dijo Ignacio García desvelando un sentir general: ahora hay que celebrarlo y el domingo, si se gana, más aún. ¿Seguirá la fiesta?