En el país neutral por excelencia, la inmigración se ha convertido en un tesoro para el fútbol. Suiza tiene cuatro idiomas oficiales (el alemán, el francés, el italiano y el romanche), pero en el vestuario de Ottmar Hitzfeld se pueden hablar muchos más. 12 de los 23 jugadores del rival de España tienen origen extranjero. Es una torre de Babel, con tonos de Italia, Turquía, Cabo Verde, España, Serbia y el Congo.

Aunque Suiza cuenta con una política restrictiva de fronteras, la inmigración no es un fenómeno nuevo. "Ni siquiera yo soy un suizo total", recuerda el tenista Roger Federer, uno de los ídolos en el país organizador del Mundial, ya que su madre, Lynette, es surafricana.

Philippe Senderos, el central que compartió piso y aventuras con Cesc en el Arsenal, representa bien esta diversidad. De madre serbia y padre español (de Santiuste, Guadalajara) es un descendiente más de inmigrantes. "Me siento suizo y nada más", dice el defensa, que ha fichado por el Fulham.

Senderos es uno de los líderes de Suiza, que cuenta con la baja de Frei. En el ataque estará Blaise Isetsima Nkufo, de 35 años. Nacido en Zaire, la actual República Democrática del Congo, su familia se vio obligada a huir a Suiza por la difícil situación de su país natal. En las tierras helvéticas, encontró la felicidad. Se educó en Lausana y en el 2000 debutó en la selección. Ahora, después de pasar por Suiza, Qatar, Alemania y Holanda, desea brillar en el Mundial. Ganó la última Liga con el Twente y acabará su carrera en la MLS de EEUU.

Del Congo a Kosovo

Nkufo no es el único africano de Suiza. Otro titular, el centrocampista Gelson Fernández, nació en Cabo Verde. El jugador del Saint Etienne es capaz de comunicarse en ocho idiomas. "Cuando vine a Suiza, entré en un colegio en el que se estudiaba francés, alemán e italiano. En el Manchester City aprendí inglés y luego estudié español y chino por puro placer", confiesa.

El territorio kosovar tiene tres representantes. El más destacado es el lesionado Behrami, quien llegó en una familia de exiliados políticos que huyó de la violencia y las persecuciones étnicas. En 1990, sus padres consiguieron asilo y el interior del West Ham se instaló en el cantón de Tesino. El mestizaje continúa con tres jugadores más con raíces italianas y otros tres de origen turco.

La cantera helvética, además, está repleta de talentos de procedencia diversa, como lo demuestra la conquista del Mundial sub-17 en noviembre del 2009, con un equipo formado por chicos con apellidos como Xhaka, Rodríguez, Kasami, Seferovic y Ben Khalifa. Sus padres --portugueses, croatas, tunecinos, chilenos o serbios-- llegaron en busca de trabajo y los hijos encontraron en el fútbol la vía de integración. El futuro de la selección parece asegurado, pero aún está verde para plantar cara a una España muy superior.