América vivió ayer la doble cara del fútbol. La del éxito, encarnada en el trabajadísimo triunfo de Uruguay ante Corea del Sur, que devuelve a los charrúas a los cuartos de final por primera vez desde 1970, y la del fracaso, con las lágrimas de EEUU, que cayó ante Ghana tras una prórroga.

Las Estrellas Negras prolongaron el sueño africano en el primer Mundial que acoge el continente negro. Ya han igualado la proeza de Camerún en 1990 (cayó en cuartos ante Inglaterra) y de Senegal en el 2002 (sucumbió contra Turquía). El próximo viernes, en la semifinal ante los hombres de Tabárez, intentarán dar un pasito más hacia la gloria.

"Los goles de mi vida"

El cuadro ha sido caprichoso y ha emparejado a dos selecciones que contaban poco en los pronósticos pero que han merecido el premio gracias a su fútbol y tesón. La hazaña adquiere grandes dimensiones en un país como Uruguay, en el que el fútbol había dejado de dar alegrías. Los más jóvenes solo conocían la grandeza de su selección por la historia de los libros y las imágenes en blanco y negro.

Hacía 40 años que los charrúas no se colaban entre los ocho mejores (en 1970 fueron cuartos). Demasiado tiempo para un equipo que se proclamó campeón en 1930 y 1950. Y ese regreso al pasado se lo deben básicamente a un futbolista: Luis Suárez. El delantero del Ajax, de 23 años, marcó los dos goles del triunfo charrúa. "Son los más importantes de mi vida. He pensado en mi familia, en mi esposa, en mi hija que está en camino. Soy el hombre más feliz", dijo el héroe, que ha formado una sociedad perfecta con Forlán.

Atrás quedan demasiadas decepciones. Uruguay no participó en tres de los cuatro últimos mundiales, y en el 2002 fue eliminado en la primera fase. Tampoco le faltó mucho para quedarse fuera de Suráfrica.

Los aficionados recuerdan con angustia aquel repechaje de noviembre del pasado año. Solventado ese drama, Uruguay ha sabido combinar su clásica garra con dosis de talento. Acabó primera de un grupo duro y ayer eliminó a una combativa Corea. El orgullo asiático queda pendiente de Japón.

Mucho mérito tiene también el éxito de Ghana, una selección que acudió al torneo sin su estrella Michael Essien, lesionado, y que ha sabido sobrevivir con maestría. Ayer dejó en el camino a EEUU, que soñaba con repetir los cuartos de final del 2002. En un pulso igualadísimo, la fuerza física de Ghana acabó imponiéndose, pero el país del soccer puede estar muy orgulloso de su torneo. Los norteamericanos contaron en las gradas con el apoyo del expresidente Bill Clinton, que presenció la eliminación de su selección junto a un entregado Mick Jagger.