El párroco de Navalmoral de la Mata, David González Hernández, celebró ayer sus bodas de oro sacerdotales en una jornada salpicada de sorpresas. Primero fue el alcalde electo, Rafael Mateos, quien le recibió en su despacho para hacerle entrega de una placa conmemorativa por su dedicación y entrega al pueblo de Navalmoral de la Mata. Posteriormente llegaron los medios de comunicación, que le sorprendieron con su presencia, y después llegó el cariño de cientos de feligreses que le paraban por la calle para felicitarle.

Natural de Solana de Avila, fumador de puros y seguidor del Real Madrid, "el cura don David" no olvidará fácilmente la jornada de ayer, 15 de junio, porque mientras España conmemoraba los 30 años de democracia, él festejaba de forma humilde sus bodas de oro sacerdotales.

"Me ordenó sacerdote tal día como hoy el obispo Juan Pedro Zarranz y Pueyo, de Pamplona, y fue en la Catedral de Plasencia", recordaba ayer el párroco, afincado en Navalmoral de la Mata desde agosto de 1957. Fue el 15 de junio de hace 50 años, y tan sólo dos meses después pisó por primera vez suelo moralo en una fecha que no recuerda con exactitud. Lo que sí calcula es el número de misas que ha oficiado, unas 20.000 aproximadamente, y no sólo en Navalmoral, sino también en municipios de la zona como Valdehuncar, Las Casas, Millanes y, de forma más reciente, en Saucedilla.

"Navalmoral ha cambiado mucho desde que llegué, y lo ha hecho en todos los aspectos, pero también en lo religioso", explicaba ayer este cura, al que gusta vestir de negro. Y es que en el año 1957, Navalmoral tenía sólo 8.000 habitantes y "era distinto en lo social y lo humano, y también en lo religioso". David González recuerda que entonces "los niños iban a misa, había clases de religión y el ambiente era mucho más religioso que ahora".

Su vida está salpicada de anécdotas; tantas que no se queda con ninguna especial. Eso sí, el cura don David ha repartido miles y miles de hostias a sus fieles, casi siempre en la Parroquia de San Andrés, justo al lado del ayuntamiento. El transcurrir de los años le ha enseñado mucho y le ha permitido conocer que Navalmoral es un pueblo religioso donde abundan, incluso, los feligreses jóvenes. El cura se marcha tras tomar un café con leche, que la vida sigue y tiene misa a las 11.30 de la mañana. Y como casi siempre, en la Parroquia de San Andrés.