La mala climatología unida a la nueva ubicación del botellón (a 2 kilómetros del casco urbano) tras la entrada en vigor de la ley de convivencia y ocio parece haber acabado por completo con esta práctica, al menos por el pasado fin de semana. Al carecer de lugar para resguardarse, la asistencia de jóvenes a la explanada de la piscina fue nula.