Ya son asiduos usuarios de la piscina climatizada de Navalmoral. Y eso que viven a más de 80 kilómetros y la carretera que transitan es fiel amiga de las curvas.
Cada dos semanas aproximadamente, un autobús recorre la EX-118 para que un grupo de discapacitados de la comarca de las Villuercas pueda hacer actividades de integración y terapia en una piscina climatizada. Y la más cercana es la morala, a una hora de camino desde Guadalupe. Pero no todos vienen de esta población, muchos deben sumar algunos kilómetros más porque son de Alía, Berzocana, Cañamero...
La asociación comarcal de discapacitados físicos y psíquicos de las Villuercas, Asdivi, lleva desde 2006 acudiendo a la piscina de Navalmoral, gracias al apoyo del ayuntamiento moralo, que les cede las instalaciones con un precio simbólico, y a la subvención de la Consejería de Sanidad y Dependencia, con cuyo dinero pueden pagar a cinco monitores profesionales.
¿Y está justificado este largo viaje en autobús? "Todo el mundo en la piscina es autónomo", apunta Raquel Moreno, directora de Asdivi. En el agua no hay barreras arquitectónicas y la silla de ruedas no sirve para nada, se queda en el borde como una convidada de piedra. Incluso, y a pesar de que los responsables son monitores de ocio o trabajadores sociales, han enseñado a nadar a muchos de los discapacitados.
"Lo que hacemos aquí es una actividad conjunta, porque traemos a gente discapacitada de todas las edades con gente sin ningún tipo de minusvalía y así trabajamos también la integración", explica Gema Tizón, gerente de Asdivi. En el último viaje, 15 discapacitados, de todas las edades y con todo tipo de problemas, compartieron actividades con otros 15 compañeros de la comarca. "Es una actividad de convivencia e integración, por ejemplo en el autobús venimos cantando", apunta Tizón, y remarca que uno de los objetivos es la socialización de los colectivos.
Asdivi nació en 1998 y cuenta con 150 socios. Además de esta actividad típica invernal, realizan diversos talleres como uno de artesanía de cobre.
