Los vecinos de la calle Onésimo Redondo han mostrado su malestar ante el lamentable estado que presenta la vía, que desde hace dos años se encuentra "a medias de urbanizar, y lo poco que se ha hecho es muy deficiente". Así lo manifestaba ayer uno de los afectados, Jesús Ramón Blanco, quién se hizo eco del sentir del centenar de moralos que allí habitan y afirmó que cada vez que se producen lluvias el agua arrastra tierra y diversos sedimentos calle abajo, llegando incluso hasta el interior de sus domicilios.

Blanco denuncia que tras enviar reiteradas cartas al ayuntamiento (la última el 12 de febrero del 2003) ni siquiera han recibido contestación al tiempo, dice, que no les aclaran si está recepcionada o no (trámite indispensable para comenzar la obra y dotar a la vía de servicios básicos).

Blanco insta al consistorio a que urbanice el polémico tramo, en el que él reside desde el 2001, o al menos que se pronuncie. "La calle por la que accedemos carece de alumbrado público, está sin asfaltar, sin alcantarillado,... Actualmente está llena de tierra y barro y el servicio de limpieza sólo se digna en quitar cuatro papeles", afirma Blanco.

PENDIENTE DE LA CALLE

Y es que el tramo de tierra coincide con una ligera pendiente que va a parar contra el acceso de varias casas, "donde la escasa urbanización existente carece de bordillo, pasando el cauce de las lluvias sobre la acera y entrando en las viviendas sin nada que se lo impida", denuncia Blanco, quien reitera que las "las alcantarillas están atascadas y huelen mal". Además, la fachada de varias unifamiliares tan sólo dista tres metros de un gran talud de piedra y tierra perteneciente a uno de los huertos ubicado en frente.

Finalmente, recuerda que en verano "hay un gran peligro de incendio con la cercanía de estos huertos a las viviendas, ya que algunos tienen gran cantidad de pasto seco". Uno de estos huertos es el del citado talud, quedando la maleza a escasos metros de las ventanas de la primera planta.