Jarto». Así con jota, aspirando lo que debería ser una hache. Esa es la palabra que define el estado de la gente en Extremadura con respecto al tren. El pueblo extremeño es resignado por naturaleza, es nuestro hado, un estado emocional de soportarlo casi todo salvo contadas excepciones. Aquí, menos el movimiento anti Valdecaballeros de 1979 o la oposición a la pretendida refinería Balboa de 2005, no ha habido ‘casus belli’ ciudadana y eso que en el segundo de los casos se dividió la sociedad extremeña entre favorables y contrarios. Por ello esto del tren me tiene gratamente sorprendiendo y la manifestación de ayer en Madrid incluso emocionado. La alta concurrencia de gente registrada y la unanimidad lograda en torno a un mismo objetivo supone todo un hito por muchos matices e intereses que se quieran destacar aparte.

El tema del tren ha sido siempre un asunto recurrente políticamente hablando. Gobierno y oposición se han ido intercambiando los papeles a medida que se sucedían en el poder. De ahí que las promesas hayan sido alabadas y sus incumplimientos desoídos. Siempre había una razón de peso para el retraso y la crítica tenía un condicionamiento electoral. Y mientras tanto, la red convencional cayéndose y el resto de territorios de España avanzando hasta el punto de que Extremadura es junto con Murcia las únicas dos comunidades sin un solo kilómetro electrificado y en el caso de Extremadura encima sin doble vía en su trazado. Aquí se avería un tren o descarrila y el resto de los convoyes resultan afectados. Todos los viajeros al autobus y por carretera, y retrasos que te crió.

De todas maneras, la gota que ha colmado el vaso no ha sido ver al resto de comunidades con sus trenes buenos y rápidos, ni siquiera que se nos presentara en la Cumbre de Figueira da Foz de 2003 un AVE Madrid-Lisboa que nos iba a sacar de pobres y a la vuelta de 15 años seguimos a la espera y veremos si se cumplen los nuevos plazos. Aquí lo que ha hartado de verdad han sido las continuas averías e incidentes contabilizados en los últimos meses, que han contagiado a todo el mundo contra una situación que, a todas luces, raya el esperpento.

¿Una casualidad? ¿Se han confabulado los elementos contra Fomento precisamente en este momento en que se están acelerando más las obras? No lo creo. Son las vías y los trenes que no han dado para más. Así de simple. Esas imágenes difundidas a través de las redes sociales y los medios de comunicación con viajeros, maleta al hombro, andando por descampados en plena solana de agosto y en busca de una estación donde puedan recogerles un autobús han sido letales. ‘Hasta aquí hemos llegado’ han dicho cientos de extremeños al verlo para después preguntar: ¿Dónde hay que ir para manifestarse?

Y es que todavía me sorprendo de quienes dicen que el asunto del tren y su movilización son exagerados porque muy pocas personas lo utilizan. Pues los datos oficiales señalan que son más de 800.000 pasajeros al año, lo cual sinceramente es para hacerles un monumento viendo lo deficitario que resulta el servicio en cuanto prestaciones. Cinco horas a Madrid y sin aire acondicionado o calefacción, sin una máquina de cafés o de refrescos y sin wifi (por poner cosas sencillas de ejemplo) es todo un mérito. Sin duda, con mayor eficiencia, se ganaría en número de viajeros y, lo que es más importante, se lograría impulsar el transporte de mercancías dado que en la actualidad casi todo se lo lleva la carretera.

No nos hagamos trampas al solitario de todas formas. Sin el apoyo y la ayuda de la Junta, las diputaciones y los ayuntamientos esta movilización impulsada por el Pacto por el Ferrocarril hubiera sido imposible. La labor de la sociedad civil es encomiable, pero ha hecho falta la implicación de las instituciones para alcanzar el éxito. El gobierno porque le interesa y la oposición, gobernando en grandes ayuntamientos por ejemplo, porque no ha tenido más remedio. Remar a contracorriente hubiera supuesto su arrastre al fondo de la urna electoral. Sin embargo, el objetivo alcanzado ha merecido la pena.

El pálpito me dice que ya nada va a ser igual. Una movilización como la de ayer, quizás la mayor en 40 años de democracia con mas de 30.000 personas en Madrid, no tiene parangón. El Gobierno, el Ministerio de Fomento, con Adif y Renfe, ya se han puesto las pilas y más que se las van a poner a partir de ahora. Los retrasos no se van a disculpar . Y lo mejor: la protesta va estar latente en cuanto se produzca una incidencia. El asunto ha calado socialmente. Por una vez. Y eso ya no tiene freno.