Los que somos viajeros habituales del AVE, inaugurado un 20 de abril de 1992- en la línea de Alta Velocidad Madrid - Sevilla, sentimos verdadera predilección por una forma de viajar, rápida, y cómoda. Siempre se predica del tren como un medio seguro y confortable, ya en los albores del siglo XXI. Lo cierto y verdad que sobre nuestra línea de alta velocidad se dice que es la segunda del mundo, en extensión. Sin duda, supuso todo un hito en la historia del ferrocarril de nuestro país. Y que a Extremadura le sigue siendo esquiva. Una constante reivindicación de gran parte de nuestro territorio; aunque de manera, muy incipiente, comienza a vislumbrarse con las primeras licitaciones públicas y expropiaciones para la ubicación vías y estaciones. No obstante, no conviene cejar en el empeño penitente, de seguir pidiendo equidad en la alta velocidad también en Extremadura. Una región, cuya situación geográfica, al suroeste parece predestinarla a cierto olvido, cuando se trata de poner en marcha nuevas e innovadoras infraestructuras.

A pesar del tiempo trascurrido, y de las insistentes declaraciones de gobernantes de uno y otro signo político, respecto a que el AVE por Extremadura iba a ser una realidad, hoy podemos afirmar que seguimos sin ser parte de esta historia ferroviaria que este año se conmemora. Razones parece haberlas y continúan, aunque nunca pueden justificar lo que podríamos definir escaso compromiso o eficacia suficiente para hacer que transite la alta velocidad por nuestro territorio. Han sido y siguen siendo tantas las excusas, como la falta de determinación en unir extremos geográficos, con capacidad para generar movimientos de personas y empresas. Parece evidente que las exigencias no han sido tan demandadas y tan vinculadas por cuanto el AVE a Extremadura sigue siendo más el recurso de la película de los últimos cuarenta años, que el deseo de dar emergencia a un territorio con posibilidades de unir, con determinación y oportunidad económica, al territorio de Portugal. Sigue siendo el ejercicio de mirar para el norte o noreste, frente al desuso de mirar hacia el sur, porque también existe. El suroeste, flanqueado por espacios naturales, territorios turísticamente excepcionales, y ubicación histórica entre países. Sería deseable que este 2017, que viene definido como un punto de inflexión de la red ferroviaria, sirviera para acelerar las infraestructuras necesarias en la puesta en marcha del AVE, y desapareciera del debate, contextualizado, básicamente, en las campañas electorales, por eso del y tú más.

Extremadura demanda este tren de alta velocidad porque lo necesita y porque conforma una línea económica y de proyección en su trazabilidad del territorio hispano -luso. Y si ya por el norte, unimos Madrid con París, hasta cuándo hemos de esperar Madrid - Lisboa, por esta misma referencia. Tengo que confesar que siempre que amigos vienen a Extremadura la inexistencia del AVE juega con un factor de cierta regresión. Y siempre resulta difícil de explicar el por qué no a Extremadura. Tenemos una magnífica autovía, como tantas otras, y esto no ha sido nunca baza para justificar el no haber puesto en marcha una línea de alta velocidad en aquellos territorios con autovía y autopistas. Demasiadas excusas para seguir insistiendo en esa frágil imagen de la no vertebración del territorio, o la invertebración por la zona de mayor influencia. Porque si algo tiene de consistencia el tema de la línea del ferrocarril es el hecho de invertir con nuestros impuestos, con sentido de la equidad en todo el territorio, sin que pueda prevalecer los desequilibrios por mor de geo estrategias políticas, o de intereses partidarios económicos.

No se vela por la unidad de un país decantando la línea de las infraestructuras por una franja, multiplicando sus ofertas, y ofreciendo orfandad y carencias de infraestructuras a una parte del territorio. Y aunque nuestra red viaria del ferrocarril no es comparable a la protagonizada en la película el Maquinista de la General de Buster Keaton, la verdad que la velocidad de sus trayectos, nos retrotraen a circuitos, ya en desuso, en gran parte de nuestro país.