He estado leyendo la lista de los presuntos santos de la provincia de Badajoz, --35 sacerdotes que murieron en la guerra del 36--, por ver si encontraba algún ancestro entre los mismos que pudiera echarme una mano. Y no es raro porque yo soy de Cáceres y monseñor García Aracil ha sido tajante como un nacionalista en la exaltación de la santidad autóctona y local, lo que me excluye y priva de la gracia de los presuntos para entender lo que me temo no voy a entender sin ayuda divina.

El arzobispo autonomista acude a la historia, al menos la suya, lo que no está mal y pone en la arrancada canonizante de los presuntos mártires el principio activo de la recuperación de la memoria histórica, aunque se precave, él sabrá por qué, de que tal vez pueda montar un cirio, algo en lo que la Iglesia tiene práctica, porque lo monta, y con pompa, por lo menos una vez al año, y me parece, que como sospecha, además del Sábado Santo, también ahora.

Y es que esta memoria concreta no hay que recuperarla, porque no se ha perdido: ¿O hay alguien todavía que desconoce que la Iglesia no fue nada neutral en la contienda de la Guerra Civil, para ella la Cruzada, y que se puso, bendijo y legitimó la misma y aún después de la misma durante cuarenta años, a golpe de palio, mantuvo privilegios y sinecuras y aún hoy tiene una reserva espiritual activa que se lanza a la calle cada vez que percibe amenaza sobre alguno de las ventajas conquistadas en aquel frente?

Una simple anécdota, por no hurgar en lo macabro, le recordará cómo era la doctrina. El jesuita padre Arbeola decía en Los sábados dedicados a María : "un oficial que servía el cañón, frotaba las balas con una medalla de la Virgen para lograr mejor puntería". Aquella puntería virginal mataba ciudadanos inocentes que defendían la legalidad. ¿Era esa la fe que defendían los 35 del 36? ¿Dice usted que si hay implicaciones políticas ninguno será canonizado?

--Mucho arriesga, monseñor; me temo que se queda sin banquillo para el martirologio badajocense.

Por supuesto que nuestro monseñor autonómico tiene todo el derecho a ampliar la plantilla del santoral y la hagiografía, pero yo creo que el cuerpo místico, o sea el personal, --y sobre todo el de Badajoz--, ya no comulga con los ojos cerrados ni digiere las ruedas de molino porque ha estudiado, comparado y encontrado algo mejor que ese pelotón de historiadores aleccionados que, como decía El Roto , sólo intentan potabilizar la sangre.

Mejor dejar el cirio para el sábado de gloria, monseñor.

*Licenciado en Filología