Treinta y seis años después de la Guerra de los Seis Días, el rey de Jordania, Abdalá II (Ammán, 30-1-1962), fue ayer el anfitrión de Sharon (Israel), Abu Mazen (Palestina) y Bush en un encuentro calificado ya de decisivo en el conflicto de Oriente Próximo. ¿Será posible la paz?

El primer hijo varón del rey Hussein y de la princesa Muna --que vivió la separación de sus padres a los 10 años de edad y por el que nadie apostaba antes de ser nombrado príncipe heredero en enero de 1999-- ha sabido preparar el terreno de esta cumbre, gracias a sus buenas relaciones con la Administración estadounidense y a su moderada tendencia propalestina. Igualmente, nunca cayó en el rupturismo con Israel, pese a que, en agosto del año 2000, se negó a reunirse con los gobernantes israelís en Jerusalén. Jordania considera territorio ocupado el sector este de la ciudad santa, que el Ejército judío le arrebató en 1967.

De no haber demostrado su capacidad militar cuando fue jefe de las fuerzas especiales jordanas con rango de general, Abdalá II quizá no sería hoy rey y sí, en cambio, lo sería su medio hermano Hamzeh, hijo de la influyente reina Noor. Un amigo que compartió con él los devaneos de juventud recuerda los lamentos del príncipe: "Todo el mundo me subestima. Pero puedo hacerlo. Nací para ocupar el trono real". Por poco, pero lo logró.