En su mayor crisis. Así está ahora mismo el PSOE, un partido político que, gracias a sus enfrentamientos internos y la conveniente campaña del PP, ha dejado atrás su papel resolutivo sobre las grandes cosas de este país, para convertirse en una formación apostada en el 'no'. La derecha lo ha logrado, y los dimes y diretes de los barones regionales contra un Pedro Sánchez tan débil como aguerrido han hecho el resto para que los ciudadanos, en general, vean un partido anclado en la parálisis y, a la vez, resuelto a unas terceras elecciones donde la caída por el barranco iniciada en diciembre puede acabar en tragedia un año después.

QUIEN tiene la potestad de formar gobierno puesto que ha ganado las elecciones y, por el contrario, no lo ha logrado ha sido Rajoy, pero la culpa recae toda en el PSOE, metido de repente en un atolladero imposible de resolver y abierto en canal para dejar a la luz todas sus miserias. Y así le va, que ni la mismísima salida del PP de la toda poderosa Rita Barberá, empujada por Ciudadanos pero agarrada a su escaño del Senado con uñas y dientes, ha logrado retirar el foco mediático del partido. La imputación de Chaves y Griñán por parte de la Fiscalía Anticorrupción es verdad que ha permitido rebajar la tensión al PP por aquello de que hay porquería para todos, pero la crisis del PSOE no ha mejorado ni un ápice, todo lo contrario se ha estancado para luego ir a más.

La cosa tiene difícil salida. Y menos aún si los que opinan tiran gasolina a la lumbre y los que salen a apagar el fuego resulta que no hacen otra cosa que insuflar aire a las llamas pero en sentido contrario. Mucho, mucho ruido, que diría Sabina o mucho, mucho hablar de algo para restarle toda la importancia, que diría Bertolt Brecht. El caso es que quien tiene la responsabilidad de formar gobierno anda jaleando a quien debe darle paso y quien debe darle paso no quiere hacerlo pero tiene que optar obligatoriamente entre tirar para la derecha, tirar para la izquierda o directamente coger la calle de en medio y que sea lo que dios quiera.

El 'no' al PP, el 'no' a Podemos, el 'no' a los independentistas y el 'no' a unas terceras elecciones no puede ser a la vez. Es imposible. Eso debe quedar claro, aunque algunos anden diciéndolo y quedándose tan panchos como el soldado cabreado con su sargento que le decía ahora no respiro. Y si la abstención al PP no tiene el respaldo adecuado ni negociando toda una batería de medidas como el paso atrás de Rajoy, el PSOE tiene un grave problema porque la negociación con Podemos y, a la vez, independentistas catalanes y vascos ya digo yo que ni por asomo sale adelante.

LO QUE argumenta Guillermo Fernández Vara es sensato. Pedir un debate interno, y a ser posible discreto, en el seno del comité federal del partido no hace daño a nadie. Y ahí plantear las tres posibilidades tampoco: una abstención convenientemente negociada fraguando después una oposición responsable que logre una alternativa clara en un corto espacio de tiempo; una alternativa de gobierno con Podemos cuyo recorrido se desconoce y el papel del PSOE tampoco teniendo como precedente que falló hace cinco meses por las exigencias de Iglesias; o por último el peligro de ir a unas terceras elecciones cuyo resultado es verdad que es imposible de predecir pero resulta como cuando se abre una bomba que, como mucho, uno queda vivo, aunque caben muchas posibilidades de que te estalle en la cara.

Es verdad que hagan lo que hagan los socialistas es malo para sí. Pero llegados a este punto, cuando antes se pase el trago mejor. Antes se abandonará el impasse en que está el país y también antes podrá empezar la recuperación del partido.