WEwn 1966, cuando era necesario modificar la diplomacia de la guerra fría, Alemania tuvo su primera gran coalición. Fue un compás de espera de tres años y luego el país le dio amplia confianza al socialdemócrata Brandt para que realizase un impulso social y consolidase la apertura al Este.

La situación alemana actual también pide reformas: modernizar el Estado del bienestar, ajustar el federalismo y hacer frente al estancamiento económico. La nueva cancillera, Angela Merkel , no tendrá al lado a su antecesor, Gerhard Schröder , que no quiere acompañarla como segundón. Pero esta gran coalición nace con cierto impulso: estos tres últimos años Schröder tuvo que negociar sus reformas con la derecha, ya que estaba en minoría en la cámara alta. Las dos fuerzas saben estirar y ceder.

De todos modos, el nuevo Gobierno en principio tiene una incógnita: la solidez de la primera cancillera en la historia de Alemania. La desastrosa campaña electoral de Merkel sembró dudas en el electorado. Con fama de enérgica, ¿tendrá autoridad suficiente como para impulsar los cambios que necesita Alemania y para contribuir a corregir la parálisis de la construcción europea?