THtace ahora 31 años, el 25 de abril de 1974, Portugal vivió la revuelta más sorprendente del siglo: jóvenes capitanes tomaban las calles de Lisboa para destituir a un gobierno despótico que llevaba en el poder casi medio siglo. Y ciudadanos de todas las edades los arroparon enseguida, poniendo en la boca de sus armamentos hermosos claveles rojos. Era la Revolución de los claveles , ejemplo de comunión del ejército con su pueblo para todo el mundo. Los presos políticos salieron de las cárceles; cesaban las terribles guerras coloniales y se inició un proceso de conquistas sociales-laborales que les llevó al culmen de los sueños.

La reforma agraria colectivizadora y las nacionalizaciones de industrias y servicios fueron recortadas poco a poco y eliminadas con el paso de los años, llevándoles al modelo occidental en que vivimos. Con sus defectos y virtudes. Con sus problemas, pero también con sus compensaciones, que nos invitan a proseguir en el camino azaroso de la vida. Con ilusión y sin el miedo a las mazmorras y torturas de aquella sangrienta dictadura que se derrotó.

Un abril más, Portugal se viste de rojo y verde en sus claveles, pasión y esperanza en su alegría.

*Historiador y concejal socialista en el Ayuntamiento de Badajoz