Catedrático de la Uex

La postura del gobierno es primero lo que diga la ONU y en su defecto, estaremos absolutamente con EEUU, país que, por su continua aportación a la democracia, merece juicios justos, sensatos y equilibrados. No podemos permitir que Irak tenga la bomba atómica". Las frases anteriores fueron pronunciadas por Rajoy el 12 de septiembre del 2002. Sí, del año pasado. "Una segunda resolución de la ONU sería buena por razones de opinión pública, incluso por cuestiones morales para muchos. El ataque ni es unilateral, ni es preventivo. Es un ataque militar reactivo basado en la absoluta certeza del incumplimiento de Sadam". Lo anterior fue pronunciado por Gustavo de Arístegui, portavoz de política exterior del PP, el 7 de febrero del 2003. El mismo que, el 17 de marzo, señalara: "Es absolutamente seguro que los jefes del ejército de Sadam darían la vida por él. Igual que es cierto los cientos de miles de muertos del régimen tiránico de Irak".

Por parte del presidente del Gobierno la absoluta certeza de los arsenales de destrucción total ha sido caballo de batalla dialéctica una y otra vez. Ya sea en declaraciones a los medios, o en el Congreso, la absoluta certeza, el absoluto incumplimiento, lo absolutamente seguro que está, han sido machaconamente repetidos desde principios de febrero hasta que el tema murió con el desarrollo de los acontecimientos por todos conocidos.

Pese a todo lo anterior no trata de la guerra este artículo. No directamente, sí de la influencia de aquellos barros en estos lodos. Pues estoy "absolutamente" convencido de que, al igual que yo, habrán notado que siempre que es necesario enfatizar una cuestión con relevancia política se recurre al "absolutamente". Uno u otro ministro, desde que las cosas se torcieron un poco, introducen entre sus argumentos el refuerzo exclamativo de un "absolutamente", estratégicamente situado, para dotar de fortaleza las palabras pronunciadas, y, en suma, para redondear el mensaje difundido.

Por desgracia para muchos cuando una palabra hace furor, se mete en el interior de las neuronas (supuestas en más de un mensaje) y ya no hay quien nos la evite. Por todo ello, vayan estas líneas al pensamiento de quienes todavía estén a tiempo de evitar una deformación de los argumentos tan perniciosa que termina aplicándose, de manera harto certera, a quienes nos están diciendo exactamente lo contrario de lo que piensan.

No trata de la guerra este artículo, escribía párrafos arriba. Me ha venido a la imaginación cuando, en el debate de investidura del presidente extremeño, escuché al líder de la oposición pronunciar el fatídico recurso dialéctico en varias ocasiones. Por ejemplo: "Es absolutamente cierto que 70.000 titulados han emigrado de Extremadura en los últimos años". Por cierto, también en la réplica, él mismo los subió a 90.000, con lo que la tesis antes expresada se cumple con tanta precisión que a veces los mismos protagonistas nos la obsequian con tanta claridad, como prontitud.

Bueno, es cierto que hay extremeños emigrantes. Incluso jóvenes y titulados. Véase el caso de la profesora González Ayala, doctora en Derecho Constitucional, recién elegida defensora de la comunidad universitaria madrileña. Mi enhorabuena a la prestigiosa placentina. Y con ella, mi reconocimiento a cuantos fueron a buscarse la vida, a mejorar, a descubrir... Porque estoy convencido de la existencia de muchas razones, y absolutamente convencido también de que sobra demagogia.