WEwl líder del PP, Mariano Rajoy , fue abucheado el sábado en Collblanc y fue objetivo del lanzamiento de huevos el lunes en Granollers. Los dos hechos son de lamentar, pero no son comparables, porque silbar a un político es admisible mientras que la intimidación no lo es. En el primer caso, comerciantes y vecinos expresaron sus protestas pacíficamente y, aunque no nos guste su actitud, no se les puede calificar de "nazis", como hizo un dirigente del PP. En Granollers, jóvenes independentistas y radicales cometieron un acto de intimidación violenta que debe ser rechazado de plano y por el que sus autores deberían ser castigados, como debió ocurrir con la agresión sufrida hace días en Gerona por Arcadi Espada , dirigente de Ciutadans de Catalunya.

En España todo el mundo debe tener el derecho a expresarse. Dicho esto, los incidentes han servido para que algunos hablen de persecución del PP o de los antinacionalistas y se pregunten qué está pasando en Cataluña. Seguro que no pasa nada que no pase en otras partes de nuestro país cuando un grupo de fascistas boicotea un acto por la presencia, por ejemplo, de Santiago Carrillo . Intolerantes y fascistas los hay en todas partes, y en todas deben ser condenados.