WUwn mes después de que el ministro de Trabajo, Jesús Caldera, los sindicatos mayoritarios y la patronal alcanzaran un acuerdo básico para la reforma de la contratación laboral, el Gobierno lo ha convertido en decreto-ley y lo ha enviado a las Cortes para su convalidación. Hacía nueve años que no se alcanzaba este tipo de pacto, y 25 que no se abría la posibilidad real de reformar a fondo el mercado laboral.

En España se ha abusado de la contratación temporal hasta límites fraudulentos. Su explicación más plausible es que la precariedad era fruto de las altas cifras de paro y de la inconcreción de las indemnizaciones por despido. La anomalía, hoy, no es que la temporalidad alcance el 33% de la contratación, sino que se haya mantenido a pesar de que han desaparecido, en los últimos años, las causas de esa anomalía: cada vez hay más personas empleadas (población ocupada) aunque también aumenta el número de demandantes de trabajo (población activa). Las trampas de encadenar contratos temporales ya no tienen razón de ser. Ahora toca aprovechar el buen clima económico, fomentar el empleo estable y consolidarlo con la mejora de la ley que ahora ya está en manos de las Cortes.