XSxegún el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, apagón es "una interrupcción pasajera del suministro de energía eléctrica". A tenor de esta definición, en España se producen al día unos 100 apagones o, lo que es lo mismo, en el tiempo que tardaré en acabar este artículo se habrán producido al menos cuatro apagones.

Unos habrán afectado a unos pocos clientes, por tratarse de una avería en la red de baja tensión, pero para ellos será un apagón en toda regla que les impedirá preparar la cena, subir a su domicilio, ver la televisión...

Otros apagones habrán afectado a cientos de clientes, por tratarse de un incidente con origen en una instalación de media tensión. En estos casos a las incomodidades anteriores se añadirán los derivados del tráfico, paradas de los negocios y otros.

Por último estarían los apagones que afectan a miles de clientes y que tienen su origen en las instalaciones de alta tensión y las de transporte.

Esta clasificación da pie a pensar que un gran apagón es el que afecta a muchos clientes, sin matizar aspectos como el tiempo de reposición del suministro, la hora, los eventos afectados, las causas y las consecuencias.

Sin embargo para el cliente que tuvo una avería de 4 horas, su apagón debería ser más relevante que para el que sólo lo sufrió una hora aunque haya compartido su apagón con muchos más clientes. Pues bien, según la definición inicial todos son apagones.

Cabe preguntarse a qué se deben; si esta situación es normal, si va a peor y qué están haciendo los responsables a este respecto.

El por qué de los apagones: en Extremadura hay kilómetros de líneas de baja, media y alta tensión para dar tres vueltas a la Tierra por su ecuador. En esa inmensidad, un tornillo mal apretado, un nido de cigüeña (hay más de 2.000 en apoyos de líneas y acusan al año más de un tercio de las interrupciones, sin que podamos hacer casi nada por ser una especie protegida) o, por qué no, un fallo en un material, pueden provocar un apagón.

Atendiendo a esta complejidad deberíamos entender que al menos no es anormal que haya apagones y, de hecho, así lo contemplan legislaciones nacionales y autonómicas, reconociendo un umbral por debajo del cual no ha lugar a ninguna actuación o compensaciones cuando se produce un apagón.

Con respecto a la segunda cuestión hay que decir que contra las apariencias, los apagones van disminuyendo, y ello a pesar de hacer frente a situaciones como un incremento de la demanda imprevisible que en Extremadura ha sido del 300% de la media nacional en el 2003; de una bajada de tarifas entre 1998 y 2003 del 30% y de un sistema retributivo a las empresas distribuidoras absolutamente injusto, por no reconocer los costes reales y no premiar las inversiones para mejorar la calidad del suministro. En este sentido, hay que resaltar que Sevillana-Endesa, a través del convenio Electra I firmado con la Junta, hizo desde 1998 a 2002 inversiones extraordinarias de 60 millones de euros y que en mayo del 2003 se firmó un nuevo convenio Electra II, para invertir otros 80 millones en los próximos 4 años, cantidades no reconocidas en la actual tarifa y que suponen por lo tanto un déficit por ese mismo importe.

Es de esperar que cuando estas inversiones se vayan desarrollando, si además hay un cambio regulatorio que reconozca las inversiones en calidad y haya mayor colaboración de la administración para minimizar el impacto de las cigüeñas sobre las líneas, se mejorará sustancialmente el suministro eléctrico pero, sinceramente, pensar en que acabaremos con los apagones es una utopía.

*Director de Sevillana-Endesa en Extremadura