No ha habido una declaración solemne de que la guerra ha terminado, tal como habría hecho el señor Aznar a semejanza de Franco, pero todo indica de que el bando de Sadam, si no cautivo del todo, sí que está derrotado

Los jóvenes que acamparon en Barcelona se han ido y todo el mundo sabe que no se han marchado por cansancio, porque sus protestas contra las guerras seguirán y adoptarán otras formas. Imaginación y creatividad para expresar su rabia contra la violencia de los poderosos no les faltan. Los que recurren a los mismos procedimientos son los represores, fieles al principio seudokantiano de "pego, luego existo", que en Madrid se ha podido ver con contundencia.

Del caos surgió el orden en el universo y de la modorra resignada de los 90 ha surgido espontáneamente la más formidable movilización social contra los abusos de los poderosos. La guerra ha sido el detonante que convocaba a todos los que se sumaban a una iniciativa, los que iban a una manifestación o se colocaban una pegatina. Pero todos, con pocas diferencias de clase, tenían otras causas para pregonar su rabia.

Ha sido más de un mes de movilizaciones. La ciudadanía ha demostrado su capacidad de convocarse en la protesta. Todos nos sentimos orgullosos de esta sana reacción social, que el único que no ha entendido ha sido el señor Aznar. Ha visto la vulgar lucha política de cada día en lo que era espontaneidad popular. Donde ha habido la grandeza del nosotros, unidos por una causa noble, él sólo ha visto el egoísmo pequeño burgués del yo. Todos contra mí. ¡Qué triste!