TLta insensibilidad de unos frente al drama de los otros crea grandes abismos. Hablar de igualdad es decir sólo la mitad de la verdad. La otra mitad es solidaridad. Sin ésta toda pretensión de igualdad no es más que un estímulo para la guerra de todos contra todos: sin aquélla, la cacareada solidaridad, es un velo para encubrir injusticias. Igualdad y solidaridad se complementan. Nadie es más que otro y sin el otro el hombre es menos hombre.

Grandes abismos separan entre sí a partidos políticos, ideologías y religiones. Se refleja en el comportamiento de la sociedad --unos frente a otros -- en todos los campos, incluido las migraciones. Estamos inmersos en un mundo hostil e infecundo. Mientras el del rico banquetea, el pobre es lamido por la perra miseria.

Se achicarán abismos cuando rompamos las simetrías de nuestro corazón mirando al otro no como distinto, enemigo, competidor o punto de fricción, sino como referencia y componente de ese círculo que encierre a todos los hombres en un nosotros universal, lleno de amor, alegría, paz, tolerancia, agrado, generosidad, fidelidad, sencillez, dominio de sí, vitaminas para un mundo mejor.

Contra esto realmente no hay ley que valga.

*Licenciado en Filosofía