El presidente del Gobierno español, José María Aznar, acudió ayer a Londres para ser puesto al día por el primer ministro Tony Blair del contenido que tuvo la restringida cumbre europea de Berlín, en la que los tres grandes debatieron la postura de Europa ante la ocupación de Irak, la reforma institucional de la UE y la respuesta a la crisis económica. Por su parte, Aznar pudo informar a su homólogo británico de las buenas intenciones del presidente libio Muamar Gadafi tras su readmisión en la comunidad internacional, previo pago de indemnizaciones por los atentados terroristas en los que estuvo implicado el régimen libio. Una asimetría que deja a España, hoy miembro del Consejo de Seguridad, en un papel desairado.

Según sus portavoces, ya que no hubo comparecencia pública de los dos líderes, hay un "absoluto acuerdo" sobre cuál debe ser el papel de la ONU en la ocupación de Irak, sin que hayan trascendido detalles de qué características debe tener la fuerza multinacional por la que abogan ni qué alcance debe tener la autoridad de Naciones Unidas. Aunque, a falta de que George Bush concrete su propuesta, y en vista de los antecedentes, puede afirmarse que estarán en absoluto de acuerdo con lo que EEUU proponga.