Sandro Rosell es el nuevo presidente del FC Barcelona. Lo primero que cabe destacar de su elección es que ha logrado suceder a Joan Laporta con un respaldo espectacular de los socios --más de 35.000 votos-- en unas elecciones en las que han votado 57.000, de los 118.000 con derecho. En este sentido, la masa social del club ha dado una gran lección de compromiso para un asunto que muchas veces está cerca del folclore.

La victoria de Rosell entraña una continuidad con el laportismo a pesar de que dimitió de la Junta Directiva del hasta ahora presidente y ha invertido años en jugarle a la contra. Sin embargo, su candidatura no ha puesto en discusión el modelo deportivo y ha invocado con frecuencia los valores fundacionales del grupo que ganó las elecciones del 2003.

Una continuidad fundamentada, además, en la inexistencia de debate en torno a factores que otras veces han tenido fuerte impacto emocional: contratación de un entrenador, fichaje de una gran figura u otros pensados para entusiasmar a los votantes. De forma que todo lo que fuese garantizar la continuidad de Guardiola, el respeto por la cantera y la estabilidad de las secciones debía quedar subrayado en cualquier programa, incluido el de Rosell. Laporta se va y este hecho no va a afectar a la estabilidad de una entidad que vive momentos históricos de calma.