Los ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea (UE) decidieron ayer dejar en suspenso los procedimientos de sanción iniciados contra Francia y Alemania por rebasar el límite de déficit público (el 3% del producto interior bruto anual) establecido en los acuerdos del Pacto de Estabilidad y Crecimiento de 1997. La decisión arrincona una norma en la que se ha sostenido la unión monetaria que dio lugar al euro. Se derrumba un pilar de la ortodoxia económica, impuesta en su día por franceses y alemanes, los mismos que ahora incumplen sus preceptos. Hace seis años, los dos motores europeos exigieron estos controles como condición para que sus economías unieran su suerte a la de otros países menos desarrollados del entorno, España entre ellos. Superadas las primeras desconfianzas y en un escenario cambiante se hacen necesarios otros instrumentos de política económica.

Pese a la radical oposición española a flexibilizar el pacto para adaptarse a las circunstancias del ciclo económico, la mayoría de la UE ha preferido sacrificar el rigor macroeconómico en favor de una nueva legitimidad política: la capacidad de atender las necesidades de unas economías y de unas sociedades en constante evolución.