Montesquieu hace escribir a uno de los personajes de sus Cartas persas una crítica despiadada. Hacía unos días había muerto el hombre (el Rey Sol) que lo llenaba todo y, sin embargo, ya nadie hablaba de él. Es el destino de la mayoría de nosotros, por muy famosos e importantes que nos consideremos. Unos permanecerán en la memoria más tiempo que otros. Esto sucederá con Ibarra , para bien y para mal, en la mente de los políticos, de su partido y de los extremeños. Porque, pese a las críticas generales u ocasionales que podamos haberle hecho y ser el político más importante e influyente de nuestra historia, quizás lo mejor que pueda suceder es que no le echemos de menos. Ni de más.

Ibarra ha tenido el privilegio de dirigir la política de la región en los momentos más determinantes de su historia: la llegada y la consolidación de la autonomía. Una autonomía por la que nadie daba un duro pero que hoy es una feliz realidad y en ese trayecto él ha sido decisivo, porque se lo creyó desde el principio y poco a poco ha logrado que los demás nos lo creamos. Emprendió la tarea de llenar de contenido lo que no era más que un papel escrito en la barra de un bar. Se puso de ejemplo al enorgullecerse de ser extremeño y nos dio motivos para proclamarlo por todos los rincones. Colocó a Extremadura en el mapa político español y logró una audiencia e influencia que jamás tuvo nuestra región. En esta tarea nunca le ha faltado el apoyo del partido y de la mayoría de los extremeños.

XUNOS, LOSx más según las mayorías con las que ha gobernado, le echarán de menos. Otros le echarán de más. Se subrayarán sus aciertos y sus errores y será conveniente dilucidar varias zonas de claroscuros de su trayectoria. Porque algunas de sus palabras y actuaciones han estado presididas por un cierto histrionismo, pero no sabemos hasta qué punto surgían espontáneamente o eran un cálculo. Acaso las estridencias no deban ser comprendidas como improvisaciones o ibarradas , sino que deban ser vistas por la necesidad de hacerse escuchar desde una región de la que se ninguneaba cualquier voz o incluso no tenía voz. Los políticos deberán investigar el arte de saber decir en cada lugar lo que cada lugareño desea escuchar y será necesario estudiar si la demagogia era una táctica y cómo se logra tal destreza. Habremos de aclarar si el personalismo que ha presidido sus actuaciones era imprescindible en circunstancias tan excepcionales para su partido y para la región o más bien proceden de la voluntad de identificarse a sí mismo con ellos en un desmedido gesto de soberbia y autoestima. El tiempo nos dirá si el debate político ha sido secuestrado durante un tiempo o si es que los posibles interlocutores se han sentido muy cómodos en tal situación. Veremos si ha obligado a la sumisión y las adhesiones incondicionales o es que algunos no superan la condición de borregos. Aunque quizás sea más sencillo pues, como decía Ortega de Disraeli , todos los hombres tenemos virtudes y defectos pero los más poderosos gozan de ambos en más cantidad y calidad. Sus virtudes nos proporcionan bienestar. Sus defectos deben considerarse indispensables y disculparse si las primeras logran tapar a los segundos. Como sería el caso si estas líneas fueran un balance, cosa que no pretenden.

Dada su juventud, su experiencia y su calidad de animal político es de desear que encuentre un lugar idóneo en el que explote sus potencialidades. No obstante en la región aún le queda una tarea: ayudar a consolidar al nuevo líder del partido. Es decir, limpiarle el campo para que tenga las manos todo lo libres que las puede tener un hombre en un partido y pueda poner en marcha su idea del partido y de la región, pues nadie mejor que él sabe lo necesario que es. Su contrastada condición de hombre de partido , nos conduce a asegurar que no intentará crear disfunciones con sus actuaciones y palabras, pues buen ejemplo de los problemas que se generan los tiene en recientes comportamientos de expresidentes españoles, sino que, antes bien, será un apoyo incondicional, a veces necesaria y convenientemente crítico en privado, nunca un obstáculo ni una piedrecita.

Se va un presidente consecuente, aunque a veces empecinado, trabajador y honrado, lo cual no es poco en estos tiempos. Nos queda la persona a la que, previsiblemente, será mucho más fácil, instructivo, distendido y divertido tratar.

Salud, ciudadano Juan Carlos.

*Profesor