TAtcogedora? ¿Amable? ¿Cómoda? ¿Cuál de estos adjetivos podríamos aplicar a Badajoz? Los hosteleros, que son un sector muy importante, andan buscando un calificativo que agrupe las excelencias de Badajoz para poder venderla en el mercado turístico. Dicen que sólo encuentran retazos dispersos e inacabados y que es muy difícil urdir un tejido sólido que atraiga.

Si hablamos del clima, corremos el peligro de ver lleno el libro de reclamaciones gracias a estas lluvias que se nos han instalado desde hace años o de ese calor que golpea sin piedad cuando menos te lo esperas. El calor vende si se tiene al lado una playa con chiringuito, pero lo del mar aquí es un sueño con despertar en La Antilla o en Figueira da Foz.

Si hablamos del carácter de sus gentes, corremos el peligro de hacer coincidir la visita del turista con fin de mes o derrotas futboleras y las sonrisas del personal se convierten en coces.

El carácter de las gentes vende si al lado hay un desfile carnavalero en un sambódromo con carnes al aire y caipirinhas gratis.

Si hablamos de riqueza patrimonial, corremos el riesgo de que el turista suba a la Alcazaba y le asalten los recuerdos del Bagdad bombardeado. Los momentos venden cuando están rehabilitados de verdad y junto a ellos podemos comer hamburguesas y comprar souvenirs.

Si decimos que Badajoz es una ciudad cómoda, mentimos. Es cómoda para los que se conocen sus atajos y vericuetos, pero cuando llega un guiri y quiere dejar el auto cerca de los lugares atractivos, Badajoz se convierte en lo que históricamente fue, un zoco de callejuelas con encanto pero sin aparcamientos o con aparcamientos sin encanto (como el de Puerta de Palmas).

*Dramaturgo